ROMA, lunes, 18 mayo 2009 (ZENIT.org).- «Disculpad, ¿puedo aprovechar esta historia para contaros una historia que he sabido y que quisiera llevar al teatro?», de esta manera un periodista del siglo XXI, tras haber concluido una investigación en Oriente Medio interrumpe a unos actores que están ensayando una obra de teatro.
Así comienza la obra «El hombre de Tarso», que trae al escenario, de manera muy dinámica, los principales pasajes de los Hechos de los Apóstoles, así como el contenido de algunas cartas paulinas para recrear la historia del Apóstol de Gentes.
Este espectáculo, realizado por la compañía Jobel Teatro (http://www.jobelteatro.it), pretende continuar con la conmemoración del Año Paulino, que finaliza el próximo 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo. Ha sido presentado en Roma entre el 15 y el 17 de mayo en el Teatro Italia.
La compañía de teatro romana, busca desde hace diez años traer al escenario obras que transmitan valores espirituales, «desde ‘El Principito’ hasta la Biblia», según explica su director organizativo, Gabriele Tozzi. La idea es presentarlas en un formato sencillo, fácil de entender para cualquier tipo de público.
Lorenzo Cognatti, director artístico de esta compañía, cada año busca, con la ayuda de la Conferencia Episcopal Italiana, los temas que pueden dar pie a nuevas obras, de acuerdo con las fiestas establecidas por el calendario litúrgico.
«Este año Paulino ha sido un pretexto, pero la fascinación de Pablo ha sido una fascinación fuerte, sobretodo para nosotros que trabajamos en el mundo de la comunicación», asegura Gabriele.
De esta manera, cuarto aristas por medio de la poesía, el canto y la danza buscan recrear una historia donde el hombre del presente y el del pasado se encuentran a mitad del camino.
Gabriele asegura que la figura del periodista ha sido escogida «porque Pablo es un comunicador, cuyas palabras son todavía extraordinariamente actuales».
Durante una hora y cuarto, la obra presenta la historia de Pablo, desde antes de su conversión, cuando presenció la lapidación de San Esteban, primer mártir de la Iglesia, hasta el momento de su decapitación en Roma.
La conversión en el camino hacia Damasco, sus viajes misioneros, sus predicaciones y el recital de algunos de los contenidos de sus cartas, permiten revivir la historia del apóstol. La obra también recrea momentos de dificultades y tentaciones que Pablo combate y rechaza.
Para el actor Francesco Testi, interpretar a San Pablo significa «comunicar lo más que se pueda a través de un espectáculo una vivencia emotiva, una experiencia personal fuerte que pueda universalmente tocar a cualquiera, desde el creyente hasta el ateo».
Ha visto cómo Pablo ha sido «un personaje que realmente existió, que dejó sus cartas», las cuales resultan también «fuente de inspiración poética y dramatúrgica, como se puede notar en este espectáculo».
Testi asegura que de todo el libreto, la parte que más lo ha conmovido es el Himno de la Caridad (1 Corintios 13, 1-13): «el monólogo del amor, que como nos hace pensar a menudo, tiene la altura de los grandes monólogos. Es un monólogo con «m» mayúscula».
Por su parte Ernico Barberi, quien actúa como periodista, asegura que con personaje se pretende «introducir poco a poco a la gente, la historia, lo que está haciendo. También identificar la figura con el narrador. Hace preguntas, se transforma en una serie de otros personajes encontrando varias situaciones».
Enrico también interpreta otros papeles de personajes como siervos y pescadores que se topan en el camino con San Pablo, «esto quiere decir, también afrontar un cierto tipo de contexto histórico, por tanto, una dimensión realista», asegura.
Tras la decapitación de San Pablo, hay un epílogo donde el apóstol se encuentra con el periodista cara a cara y después se da pie para el monólogo final en el que concluye: «Esto debes proclamar y enseñar tú, hombre que buscas siempre a la justicia la piedad, la fe, busca alcanzar la vida eterna para la cual has sido llamado».
Por Carmen Elena Villa
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