ROMA, miércoles 27 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- El Papa apeló a la corresponsabilidad de todos los bautizados en el ser y actuar de la Iglesia.
Lo hizo este martes por la tarde en la basílica de San Juan de Letrán, en Roma, al inaugurar el congreso eclesial de la diócesis de la Ciudad Eterna sobre «Pertenencia eclesial y corresponsabilidad pastoral» que se celebra hasta el 29 de mayo.
«Debe haber una renovada toma de conciencia de nuestro ser Iglesia y de la corresponsabilidad pastoral que, en el nombre de Cristo, todos estamos llamados a ejercitar», indicó.
Y debe promoverse gradualmente esta corresponsabilidad «en el respeto de las vocaciones y de las funciones de los consagrados y de los laicos», añadió.
Ello, advirtió, exige un «cambio de mentalidad, especialmente respecto a los laicos, pasando de considerarlos colaboradores del clero a reconocerlos realmente «corresponsables» del ser y del actuar de la Iglesia, favoreciendo la consolidación de un laicado maduro y comprometido».
Benedicto XVI constató que «todavía hay una tendencia a identificar unilateralmente la Iglesia con la jerarquía, olvidando la responsabilidad común, la misión común» de todos los bautizados.
«¿Hasta qué punto se reconoce y alienta la responsabilidad pastoral de todos, especialmente los laicos?», preguntó
Refiriéndose a los laicos comprometidos, destacó que «no debe disminuir su conciencia de que son «Iglesia» porque Cristo, Palabra eterna del Padre, les convoca y les hace su Pueblo».
Pidió a los sacerdotes que, en su formación, les transmitan «un sentimiento de pertenencia a la comunidad parroquial» y la importancia de la unidad.
También que les convoquen para acercarse a la Sagrada Escritura, a través, por ejemplo, de la lectio divina; les reúnan en cuidadas celebraciones eucarísticas, particularmente los domingos, y promuevan su acción misionera, en primer lugar viviendo la caridad.
El Santo Padre explicó que la preparación al Jubileo del año 2000 en la diócesis de Roma ayudó a «la comunidad eclesial a tomar conciencia de que el mandato de evangelizar no es sólo para algunos, sino para todos los bautizados».
Y así lo han vivido, a lo largo de los siglos, «tantos bautizados» que han anunciado el Evangelio y «han dedicado su vida a educar en la fe a las jóvenes generaciones, a curar a los enfermos y a ayudar a los pobres», afirmó.
«Esta misión se confía a nosotros hoy, en diferentes situaciones, en una ciudad en la que muchos bautizados han perdido el camino de la Iglesia y los que no son cristianos no conocen la belleza de nuestra fe», dijo.
Por otra parte, constató la tendencia a concebir el Pueblo de Dios» desde un punto de vista «puramente sociológico con una visión casi exclusivamente horizontal que excluye la referencia vertical a Dios».
En su discurso, el Papa reconoció que «la Iglesia no es una realidad únicamente espiritual, sino que vive en la historia».
Pero, citando al Concilio Vaticano II, afirmó que la Iglesia es «comunión de personas que, por la acción del Espíritu Santo, forman el Pueblo de Dios, que, al mismo tiempo, es el Cuerpo de Cristo».
El Papa diferenció dos conceptos, «Pueblo de Dios » y «Cuerpo de Cristo», y afirmó que ambos «se complementan y forman juntos el concepto neotestamentario de Iglesia».
«Mientras «Pueblo de Dios» expresa la continuidad de la historia de la Iglesia, «Cuerpo de Cristo» expresa la universalidad inaugurada en la cruz y en la resurrección del Señor», resumió.
«En Cristo nos convertimos realmente en el Pueblo de Dios», dijo, «Pueblo de Dios» que significa «todos»: desde el Papa hasta el último niño».
El Santo Padre destacó que, a través de las personas, Dios realmente está de una forma concreta en la historia.
«La Iglesia, por tanto, no es el resultado de una suma de individuos, sino una unidad entre los que se alimentan de la Palabra de Dios y del Pan de Vida», añadió.
Y señaló que la Iglesia «crece y se desarrolla» en el tiempo, permaneciendo, sin embargo, siempre fiel al «pueblo de Dios que peregrina».
Esta visión de la Iglesia es la que sacerdotes, religiosos y laicos deben transmitir en la formación, señaló.
Para el pontífice, «el futuro del cristianismo y la Iglesia de Roma es también el compromiso y el testimonio de cada uno de nosotros».
Por Patricia Navas