BUENOS AIRES, miércoles, 27 mayo 2009 (ZENIT.org).- Con el rezo del rosario frente a las instalaciones del Congreso Nacional cientos de argentinos pedirán hoy por la protección de la vida de los no nacidos.
En este miércoles se cumplen tres años de la llamada «Marcha de los escarpines», una manifestación pública y pacífica, en defensa de la Familia y la Vida y de los niños por nacer. Su objetivo es hacer cumplir lo que dice la constitución de este país en la que se protege y es sujeto de derecho el niño, desde el momento de la concepción.
Más de 40 organizaciones católicas participan de esta iniciativa que comenzó a gestarse hace más de una década, luego de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Pekín, en 1995, donde representantes de 189 gobiernos, discutieron el tema de los llamados derechos sexuales y reproductivos, con medidas como la esterilización, el aborto y una distribución masiva de métodos de anticoncepción.
Un evento que dejó ver sus consecuencias en diferentes países de América Latina: «Se descorría la máscara de algo celosamente guardado y se comenzaba a vislumbrar, lo que paso a paso se implantaría desde los Estado, por medio de leyes que fueran acercando a un fin que no era otro que la legalización del aborto», dijo a ZENIT Olga Muñoz, creadora de la «Marcha de los escarpines».
«Poco a poco comenzó a imponerse la agenda antivida, se votó con aprobación casi total del Congreso de Argentina, la Nación Salud Reproductiva, bajo el nombre «Ley de Salud Sexual y Procreación responsable». Luego llego la ley de esterilización en hombres y mujeres», dice Olga.
Una ley que seguía penetrando con gran agresividad «Las promesas eran muchas que se iba a respetar los hospitales que profesaran algún culto, en Buenos Aires hay tres. Pero al sancionarse la ley incluyó la obligatoriedad también en estos hospitales», recuerda Olga Muñoz.
Desde 1996, Olga hizo esfuerzos por congregar a manifestantes para que hicieran valer su voz en defensa de la vida.
«No podría ningún católico, judío o musulmán, creyente o no creyente que respete el orden natural, cuando ve que la primera institución creada por Dios sobre la tierra, la familia, es atacada en su núcleo, la de dar vida, retirarse de esta lucha, si de verdad es consciente, de lo que sucede».
Olga se ha dedicado a realizar actividades favorables a la vida en su país como seminarios, cursos, conferencias y talleres de formación en el respeto a la vida.
También creó el programa televisivo por cable «Haciendo familia», en 1998, con el cual cubrió tres Encuentros Mundiales de la Familia.
Así, desde hace tres años, los últimos miércoles de cada mes se dan cita los defensores de la vida con manifestaciones pacíficas durante una hora, con cantos y repartiendo escarpines como mensaje de defensa de los no nacidos.
Los participantes de la Marcha de los Escarpines buscan hacer saber a los miembros del Congreso «que queremos ser Nación y para ello hay que proteger la maternidad y la Familia. Advertidles que Argentina es un país despoblado y codiciado por sus riquezas naturales, que no se equivoquen con la implementación de leyes que nos dejan desprotegidos».
Para Olga la defensa de la vida va más allá de las creencias religiosas: «es un tema de orden natural, de conciencia, de moral y de entre muchas cosas para salvaguardar nuestra humanidad».
Sin embargo, asegura que para los católicos, la conciencia de la defensa de la vida debe ser más grande: «somos responsables de lo que sucede a nuestros hermanos, sobretodo a los más desprotegidos, los niños por nacer que son avasallados en su dignidad de personas, estando débiles e indefensos».
«Lo que no podemos hacer es silenciar este gran genocidio humano sin hacer nada –concluye Olga–. Ya que la Vida como decía Juan Pablo II es sagrada y debemos defenderla».
Por Carmen Elena Villa