CIUDAD DEL VATICANO, domingo 5 de julio de 2009 (ZENIT.org).- En un mundo desgarrado por la violencia, la sangre derramada de Cristo es “la prenda del amor fiel de Dios por la humanidad” y fuente de esperanza para todos, afirmó este domingo Benedicto XVI.
El pontífice recordó que en el pasado, “el primer domingo de julio se caracterizaba por la devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo”, y centró en este tema su intervención antes de la oración del Ángelus, reflexionando sobre la violencia humana y sobre la respuesta no violenta de Cristo.
En particular, reflexionando sobre el simbolismo de la sangre en la Sagrada Escritura, el Papa explicó que la aspersión con la sangre de animales representaba, en el Antiguo Testamento, la alianza entre Dios y el pueblo, según narra el libro del Éxodo.
Recordando también el pasaje del Génesis en el que afirma que la sangre de Abel, asesinado por su hermano Caín, representa un grito a Dios desde la tierra, el Papa constató que “por desgracia, hoy como ayer, este grito no cesa, porque sigue derramándose sangre humana a causa de la violencia, de la injusticia y del odio”.
“¿Cuándo aprenderán los hombres que la vida es sagrada y pertenece sólo a Dios? ¿Cuándo comprenderán que somos todos hermanos?”, exclamó el Papa.
Sin embargo, afirmó, “al grito por la sangre derramada, que se eleva de tantos lugares de la tierra, Dios risponde con la sangre de su Hijo, que ha entregado su vida por nosotros. Cristo no ha respondido al mal con el mal, sino con el bien, con su amor infinito”.
“La sangre de Cristo es la prenda del amor fiel de Dios por la humanidad”, añadió.
“Mirando las llagas del Crucificado, todo hombre, aun en condiciones de estrema miseria moral, puede decir: Dios no me ha abandonado, me ama, ha dado la vida por mí; y así volver a encontrar la esperanza”, concluyó el Papa.