CIUDAD DEL VATICANO, lunes 6 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Un mensaje pastoral emitido por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes considera que el turismo constituye una ayuda para el mutuo conocimiento que permite superar la intolerancia y la xenofobia.
Con este texto el discasterio vaticano ofrece su contribución a la reflexión que la Organización Mundial para el Turismo ha propuesto este año sobre el tema «El turismo, consagración de la diversidad».
El argumento, sobre el que gira la Jornada Mundial del Turismo, que se celebrará el 27 de septiembre de 2009, «nos abre caminos de encuentro con el ser humano en su diversidad, en su riqueza antropológica», explica el mensaje pastoral, firmado por los arzobispo Antonio Maria Vegliò y Agostino Marchetto, respectivamente presidente y secretario del organismo del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
Al afrontar la cuestión de la diversidad, los autores observan «una paradoja».
«Si por un lado se constata, en este tiempo de globalización, que las culturas y las religiones se acercan cada vez más, y que en el corazón de todas las culturas brota un auténtico deseo de paz, por otro lado se constatan incomprensiones, existen prejuicios y malentendidos profundamente enraizados, que levantan barreras y alimentan divisiones».
«Es el miedo a lo diverso, a lo desconocido», asegura el Consejo vaticano.
Por eso propone «trabajar por reemplazar la discriminación, la xenofobia y la intolerancia por la comprensión y la aceptación mutua, recorriendo los caminos del respeto, la educación y el diálogo abierto, constructivo y comprometido».
En este contexto, el mensaje pastoral, citando a Pablo VI asegura que «la Iglesia debe entrar en diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra, la Iglesia se hace mensaje, la Iglesia se hace coloquio».
Es un diálogo constructivo y sincero que, parar ser autentico, «no debe ceder al relativismo y al sincretismo, y debe estar animado por el respeto sincero a los demás y por un generoso espíritu de reconciliación y fraternidad».
«Desde esta perspectiva –asegura–, dado que el turismo pone en contacto con otros modos de vivir, otras religiones, otras formas de ver el mundo y su historia, es también una ocasión para el diálogo y la escucha, y constituye una invitación a no cerrarse en la propia cultura, sino a abrirse y confrontarse con modos de pensar y de vivir diversos».
Por tanto, constata, «no debe sorprender que sectores extremistas y grupos terroristas de índole fundamentalista señalen el turismo como un peligro y un objetivo a destruir. El conocimiento mutuo ayudará – lo esperamos ardientemente – a construir una sociedad más justa, solidaria y fraterna».
«Que el soplo divino venza toda xenofobia, discriminación, racismo, vuelva cercanos a aquéllos que están alejados, en la contemplación de la unidad/diversidad de una familia humana bendecida por Dios. El Espíritu reúne en la unidad y en la paz, en la armonía y en el mutuo aprecio. En Él hay orden y bondad a lo largo de los siete días de la creación. Que Él entre, asimismo, en la difícil historia humana, gracias también al turismo» concluye el mensaje.