ROMA, martes, 28 julio 2009 (ZENIT.org).- Construir una iglesia, un monasterio, un altar, diseñar un atril o un atrio, son oficios que van más allá de elaborar un plano, una maqueta y comenzar la obra, explica la artista irlandesa Breda Catherine Ennis.
El arquitecto de lo sagrado debe siempre pensar que su construcción no se trata sólo de simples muros sino que dentro de ellos, el hombre busca refugio para encontrarse con la eternidad, explica a ZENIT esta profesor de Arte en la Universidad Europa de Roma y en la Universidad de Estados Unidos en Roma.
La arquitecta, que dirige el programa en Radio Vaticano «Art on the Air» (Arte al aire), asegura que la tarea de un arquitecto, culmina con la consagración de la iglesia o capilla, pero en ese momento «pasa a ser obra de Dios y no de los hombres».
–Juan Pablo II, varias veces en sus discursos se dirigió a los artistas. ¿Qué importancia le daba este pontífice a la arquitectura dentro de las celebraciones litúrgicas?
–Breda Catherine Ennis: «La Iglesia está dando pasos adelante para tratar de que los artistas regresen a la Iglesia», sostenía el Santo Padre Juan Pablo II quien, en cambio, quería reunirse tanto con los artistas como con los arquitectos para colaborar en el mismo objetivo de enriquecerse mutuamente.
Hay que recordar que la arquitectura de las iglesias, desde hace cincuenta o sesenta años no ha tenido una línea guía tanto desde el punto de vista de la iconografía como dela liturgia. Prácticamente se había perdido esta orientación.
Tanto Pablo VI como Juan Pablo II tuvieron un gran papel en esta nueva sensibilización hacia una renovada responsabilidad artística en el campo litúrgico. Juan Pablo II sostenía, de hecho, que el artista debe volver a apropiarse de su responsabilidad y, que la Iglesia debe ayudar tanto a los artistas como a los arquitectos a buscar un ambiente más bello. Decía también que la falta de belleza era una de las cosas que creaban más problemas al hombre.
Una de sus grandes preocupaciones era el que la gente no vaya a la Santa Misa, tanto durante los días de precepto como en las fiestas de Navidad o Pascua y quería encontrar la manera de atraer los jóvenes, alentándolos a retornar a la Iglesia junto con sus familias.
–¿Cómo mantiene Benedicto XVI este mensaje?
–Breda Catherine Ennis: Juan Pablo II ha abierto la puerta de la Iglesia y ahora Benedicto XVI está explicando a la gente qué hay dentro. Él está enseñando el antiguo mensaje del interior de una iglesia tanto desde el punto de vista simbólico como teológico. ¿Qué papel tiene el púlpito? ¿Por qué el altar es tan importante? ¿Qué es el palio? Pareciera ser algo obvio pero la gente ha perdido el contacto visible y simbólico de la Iglesia y de su papel en nuestra vida.
Siempre he pensado y lo digo a mis estudiantes (en los cursos de máster de la Universidad Europea de Roma) que en el fundamento de la arquitectura y el arte sacro debería estar más Dios y menos «yo».
Yo veo en un cierto sentido a Juan Pablo II como arquitecto y a Benedicto XVI como artista, sin olvidar que Pablo VI donó el terreno para construir el edificio. La tarea de estos tres grandes papas ha sido la de volver a acercar a las personas a contemplar lo «sacro», a entender qué cosa es «lo sagrado», en particular en lo que tiene que ver con la construcción y decoración de una iglesia. Debemos redescubrir la dimensión espiritual del lugar de culto.
–Entre las principales iglesias de Roma, ¿cuál es, a su parecer, la iglesia o las iglesias que mejor logran transmitir este sentido espiritual?
–Breda Catherine Ennis: So voy más allá del período moderno y contemporáneo, debo escoger a la basílica de Santa Sabina en la colina Aventina. Es una iglesia paleocristiana que ha sido menos modificada que otras iglesias de su mismo período. Es la que ha permanecido más íntegra, se ha acercado más a lo que debería ser un lugar de culto ideal, tanto por su construcción como por la atmósfera de espiritualidad envuelve.
Otra es la Iglesia de Jesús (Il Gesù), donde se encuentra la tumba de san Ignacio de Loyola. Allí, en el atardecer, cuando hay menos luz, se da una sensación sugestiva. Es verdad que cuando fue construida esta iglesia se usaban las velas, de manera que no se puede juzgar la luz la iluminación actual. Antes se creaba seguramente una profunda atmósfera de misterio.
Cuando se apaga la luz principal en esta iglesia se percibe cómo los muros están impregnados de oración. Lo sé porque hay una presencia de total sacralidad. Es una iglesia que parece que te atrae. Tienes que pensártelo dos veces antes de alzar la voz. Detrás de la penumbra, llega un ligero haz de luz, que te transporta y te ayuda. El atardecer en esta iglesia es un momento sublime.
–¿Y cómo percibe usted este sentido de lo sacro en otras iglesias del mundo?
—Breda Catherine Ennis: Pienso también en Notre Dame de París, porque cuando escuchas la música dentro de esta iglesia, que tiene un coro fabuloso, pareciera que estos muros desnudos cantan solos.
En el arte contemporáneo los muros desnudos transmite frialdad, vacío; en cambio, en las iglesias góticas la atmósfera de todas esas columnas hace que te sientas como en un bosque impresionante. Un bosque espiritual de Dios.
La abadía de Casamari (ubicada en Veroli, cerca de Roma) es otra iglesia fascinante. Cuando entras, te quedas conmocionado porque todos los muros están desnudos, pero cuando llega el sol, desde las ventanas y desde el alabastro, parece una luz divina que te proyecta fuera de este mundo. El grande pincel de color que Dios utiliza en tu alma.
–¿Cuáles deben ser las características de un arquitecto que diseña el proyecto de una iglesia?
–Breda Catherine Ennis: El talento de construcción está en la capacidad de desempeñar el proprio oficio estudiando lo que rodea a la iglesia, y entendiendo qué cosa hacen las personas de la zona en la que será construida. Tú no puedes entrar como un tren y llegar donde te dé la gana. Debes estudiar el terreno, las numerosas exigencias de la zona de la parroquia. Algo así como hicieron los artistas que han pintado las escenas de Cristo y de Moisés en la Capilla Sixtina.
Todos los artistas, bajo la dirección de Perugino y los teólogos del Papa trabajaron de manera armoniosa entre ellos, teniendo estilos completamente diversos. Todo para dar un mensaje visual de la Biblia. Así hicieron un trabajo que se concentraba en la tarea de «interpretar» este mensaje, la historia sacra contada en imágenes. No es la historia de los propios artistas. Para mí es una obra maestra de armonía y de humildad ante lo divino. Esta armonía y humildad es fundamental para los arquitectos y artistas de hoy.
–¿Qué iglesias modernas la han tocado a usted de manera particular?
–Breda Catherine Ennis: Una es la iglesia de Le Corbusier, Notre Dame du Haut en Ronchamp, Francia. Otra es la catedral de St. Mary de Tokio de Renzo Tange. La primera es la unión de ondas espirituales, tintes de colores y luces sutiles. La segunda es una «cortina envolvente» de
elegancia, y perfección que te lleva a lo «esencial» de la experiencia religiosa».
–¿Cómo puede conjugar un arquitecto del siglo XXI la modernidad con la espiritualidad?
—Breda Catherine Ennis: Prestando atención a dos elementos: la materia, a la hora de trabajar, y la preparación espiritual, es decir, tratar de acercar a las personas al Señor. Se debe hacer una preparación interior porque el resto viene por sí solo. No se trata de que poseamos una interioridad creativa o inspiración. Si la tienes, es un don de Dios. Y para aquellos que reciben esta gracia, tend
rán un trabajo, obligatoriamente mayor, o una vocación que es la de servir… ¡Deben servir a los demás!
–Usted ha hecho un altar y un atril para la capilla de la embajada irlandesa ante la Santa Sede aquí en Roma…
–Breda Catherine Ennis: Sí, ha sido una experiencia increíble. El ministerio de Asuntos Exteriores irlandés me encargó diseñar un altar y un atril para esta pequeña capilla al final de la
restauración de la misma embajada.
Es la primera vez que he recibido una comisión para una labor «sacra». Al principio estaba muy nerviosa. Me puse en las manos de Dios y comencé a orar para recibir la «inspiración» justa para hacer una labor que habría honrado la función del altar. Elementos paleocristianos, célticos y modernos han entrado en el diseño. Es un altar de roble macizo de Eslovenia. Un ebanista italiano Luigi Branchetti se encargó de la realización. Hemos usado algunas técnicas que se remontan al Renacimiento. En el frente del altar pinté tres paneles de color y en el centro una cruz en blanco y amarillo sobre un fondo turquesa. Los lados los pinté de rojo, azul y dorado (con oro de verdad). Hay algunos relieves en los lados hechos en madera con un dibujo de una cruz céltico-griega.
El altar fue consagrado por el cardenal Sean Brady con la presencia de la presidenta de Irlanda Mary McAleese. Esta experiencia me hizo consciente de la importancia de la oración, necesaria para hacer un labor que tiene que ver con el campo de lo sagrado y también de la enorme energía que una labor de este tipo exige.
Por Carmen Elena Villa