LA HABANA, viernes, 17 julio 2009 (ZENIT.org).- Tres días después del asesinato en Cuba del sacerdote español Mariano Arroyo Merino, las autoridades cubanas han informado a la Iglesia sobre la captura y confesión del autor del crimen. Así mismo también fue detenida otra persona por el asesinato, el 13 de febrero pasado, de otro sacerdote, Eduardo de la Fuente.
Aunque no lo dice la nota oficial, otras fuentes han confirmado que las investigaciones han constatado que el padre Mariano fue asesinado por el sereno de la casa y el motivo fue robar la caja fuerte. Por ser una persona conocida del sacerdote y tener que trabajar de noche, el padre le abrió la puerta. Después de torturarlo, quemó una de sus manos y parte de sus pies, lo apuñaló y lo remató con un golpe en la cabeza. Los funerales en su pueblo natal, Cabezón de la Sal (Cantabria) serán el domingo 19.
"Las investigaciones realizadas por los peritos policiales han permitido la localización y captura del presunto responsable de este execrable crimen y sus posibles cómplices. Además de las pruebas vinculantes, las autoridades policiales cuentan ya con la confesión del mencionado responsable" ha comunicado la Arquidiócesis de la Habana, a través de su encargado de prensa Orlando Márquez .
El cuerpo del sacerdote fue encontrado en la madrugada del lunes 13 de julio en su parroquia del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Regla, en un barrio de pescadores del otro lado de la bahía de la capital. Había recibido cinco puñaladas y tenía quemaduras en los pies y en una mano.
El pasado 13 de febrero, otro sacerdote español, Eduardo de la Fuente fue también asesinado en La Habana. Sobre este crimen dice la nota del Arzobispado, "al menos una persona detenida ha confesado su culpabilidad y responsabilidad" aunque las investigaciones no se han concluído.
Además, señala la nota "la Iglesia es consciente del estupor, la inquietud y las preguntas que se hacen muchos fieles católicos ante hechos tan inusuales como estos. Sabe también de los sentimientos similares que circulan en nuestra población, así como del impacto que todo ello ha tenido en los medios de comunicación acreditados en Cuba y sus consecuencias internacionales, de modo particular en España y en la Iglesia española, tan cercana y solidaria en todo momento".
Y afirma que "la Iglesia está en condiciones de expresar firmemente su rechazo a cualquier intento de vincular un caso con otro, o a darle un matiz religioso o político ajeno totalmente a la realidad del hecho criminal en sí mismo".
El comunicado añade que ante crímenes como los referidos "que han involucrado a dos sacerdotes, algo nada común en nuestro país, y que sin dudas afectan de modo extraordinario la vida eclesial, elevamos nuestra oración al Señor por las víctimas, sus familiares, y por la vida de la Iglesia en Cuba y en España. Oramos también para que hechos tan inhumanos no se repitan en nuestra patria".
También señala que como cristianos, "no podemos dejar de elevar una súplica a Dios para que propicie el arrepentimiento de los criminales y manifieste Su misericordia con quienes obraron de modo tan inmisericorde".
Este viernes el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana, presidió la misa exequial de cuerpo presente en la catedral de La Habana, el próximo viernes 17 de julio, a las 9:30 a.m., "considerando la extraordinaria labor misionera, el celo apostólico y entrega sacerdotal del fallecido padre Mariano Arroyo Merino en esta arquidiócesis".
Horas después, los restos del sacerdote debían ser trasladados a España, "para recibir cristiana sepultura en su tierra natal de acuerdo con la voluntad de sus familiares", según informa el canciller de la arquidiócesis de la Habana, monseñor Ramón Polcari.
El padre Arroyo llevaba 12 años misionando en Cuba. Ordenado en 1960, el padre Arroyo llegó a Cuba con una densa experiencia sacerdotal, en España y en Chile. Había nacido el 20 de febrero de 1935, en Cabezón de la Sal, Cantabria, estudiado en la Universidad Pontificia de Comillas, y en la Complutense de Madrid. De 1962 a 1968 fue misionero en Santiago de Chile. De 1969 a 1979 fue párroco y formador del Seminario en Madrid. En 1980 regresó a Chile, y en marzo de 1997 dos meses después de llegar a Cuba, el cardenal Jaime Ortega le nombró párroco de Nuestra Señora del Pilar, en La Habana.
En diciembre de 2004, el cardenal le designó párroco del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Regla en donde desarrolló una amplia tarea en la acogida de los peregrinos y el estudio de la religiosidad popular y el sincretismo religioso.
Tres años después el sacerdote publicaba un libro cons sus reflexiones pastorales sobre estos temas, ofreciendo el fruto de su experiencia. Su título "Puentes entre el Pueblo Cubano y la Iglesia Católica", es indicador de su talante conciliador y su dedicación pastoral.
Por Araceli Cantero Guibert