CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 29 julio 2009 (ZENIT.org).- La aceptación por parte de Benedicto XVI de la pérdida del estado clerical del padre Tomislav Vlasic no constituye un juicio sobre los testimonios de apariciones de María en Medjugorje, aclara el procurador general de la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos).

El padre Francesco Bravi ha informado este miércoles a ZENIT que la medida no ha sido impuesta por la Santa Sede sino que ha tenido lugar en respuesta a la petición presentada por el hasta ahora sacerdote franciscano de ser dispensado no sólo del celibato sacerdotal sino también de los votos religiosos.

"Lo ha pedido él", explica el padre Bravi, subrayando que, si bien es verdad que Vlasic era vicepárroco de Medjugorje cuando tuvieron lugar los primeros testimonios de estas apariciones, que están siendo analizadas por la Santa Sede, ha vivido desde hace más de dos décadas en Italia.

Era religioso de la provincia franciscana de San Bernardino di Siena (L'Aquila) y había fundado la comunidad "Kraljice mira potsuno Tvoji - po Mariji k Isusu" (Reina de la Paz, todos tuyos -a Jesús por María-).

Vlasic ha pedido a la Santa Sede ser dispensado de las obligaciones propias del ministerio sacerdotal, aclara esta fuente, porque no quiere aceptar las sanciones que le había impuesto la Congregación para la Doctrina de la Fe con un decreto (protocolo 144/1985) del 25 de enero de 2008, firmado por el cardenal William Levada y por el arzobispo Angelo Amato, respectivamente presidente y secretario de la Congregación.

En el decreto, que fue hecho público por monseñor Ratko Peric, obispo de Mostar-Duvno, la diócesis en la que se encuentra Medjugorje, por encargo de la misma Congregación vaticana, explicaba que las sanciones se impusieron ante las acusaciones contra el sacerdote recibidas "por difusión de doctrina dudosa, manipulación de conciencias, misticismo sospechoso, desobediencia a órdenes legítimas y cargos contra sextum" (es decir, contra el sexto mandamiento).

El decreto establecía cinco sanciones, entre ellas, la obligación de permanecer en una casa de la Orden franciscana de la región de Lombardia (Italia), determinada por el ministro general de la Orden, el padre José R. Carballo, y la prohibición de mantener toda relación con la comunidad Reina de la Paz y con sus miembros.

El decreto prohibía que el entonces sacerdote mantuviera asuntos o negocios sin permiso escrito del ministro general de la Orden, y establecía la obligación de establecer un curso de formación teológico-espiritual, reconocido por la Congregación, que debía evaluar los resultados y una solemne profesión de fe.

Por ultimo prohibía "el ejercicio de la atención de almas, la predicación, las intervenciones públicas" y se le negaba la facultad de confesar "hasta el cumplimiento de los términos descritos".

El padre Bravi informa a ZENIT que el sacerdote no reconoció las acusaciones que se le han dirigido y que por este motivo tampoco ha aceptado las sanciones. Ante este rechazo, ha pedido ser dispensado del ejercicio de su ministerio sacerdotal y de su condición de religioso.

Al mismo tiempo, al sacerdote se le impone la prohibición absoluta de ejercer cualquier forma de apostolado, así como hacer declaraciones, en especial sobre Medjugorje.

El padre Vlasic tuvo un papel importante al inicio de los relatos de las apariciones de María referidos por los seis jóvenes de la localidad de Bosnia-Herzegovina, en 1981, pues trabajaba en esa parroquia, aunque no era el párroco. En 1985, sin embargo, se trasfirió a Italia.

Si bien públicamente y por escrito ha hecho interpretaciones de los mismos, en ocasiones ha sido contradicho por los videntes.

Por ejemplo, afirmó que la comunidad que él fundó, Reina de la Paz, nacía por expreso deseo de la Virgen, algo que negó la vidente Marija Pavlovic en una carta enviada a la Santa Sede.

El obispo de Mostar se ha declarado públicamente contra los testimonios de las apariciones de Medjugorje, pero el dossier está siendo estudiado ahora en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En el libro publicado por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI y antiguo secretario de esa Congregación vaticana, "La última vidente de Fátima" (La Esfera de los Libros, 09/10/2007), "las declaraciones del obispo de Mostar reflejan una opinión personal, no son un juicio definitivo y oficial de la Iglesia. Todo se debe remitir a la declaración de los obispos de la angitua Yugoslavia en Zara, del 10 de abril de 1991, que deja la puerta abierta a futuras investigaciones. La verificación, por lo tanto, debe seguir adelante. Mientras tanto, están permitidas las peregrinaciones privadas con un acompañamiento pastoral de los fieles. De hecho, todos los peregrinos católicos pueden ir a Medjugorie, lugar de culto mariano donde hay posibilidad de expresarse con todas las formas devocionales".

Por Jesús Colina