CARACAS, martes 18 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que ha enviado el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, en unión con sus obispos auxiliares, con motivo de la Ley de Educación promovida por el gobierno. La misiva ha sido leída en todas las iglesias de Caracas este fin de semana, 15 y 16 de agosto.
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A los venerables sacerdotes, a los diáconos, religiosos y religiosas, y a todos los fieles católicos de la Arquidiócesis de Caracas: ¡Salud y paz en el Señor!
1. Recientemente ha sido presentada para su discusión en la Asamblea Nacional una nueva propuesta de Ley de Educación, distinta al proyecto aprobado en primera discusión en el año 2001, con planteamientos muy controversiales, y en la que no se contempla la enseñanza religiosa en las escuelas. Ante este hecho, sin entrar en otros aspectos conflictivos de la propuesta, y dado que la dimensión trascendente y religiosa es un elemento fundamental de la persona humana, queremos subrayar algunos puntos de suma importancia.
2. El artículo 6 de la propuesta dice textualmente: «El Estado mantendrá en toda circunstancia su carácter laico en materia educativa, preservando su independencia respecto a todas las corrientes y organismos religiosos. Las familias tienen el derecho y la responsabilidad de la educación religiosa de sus hijos e hijas de acuerdo a sus convicciones y en conformidad con la libertad religiosa y de culto, prevista constitucionalmente»
3. La propuesta omite expresamente lo contemplado en el artículo 50 de la actual Ley Orgánica de Educación, el cual permite que se imparta educación religiosa en las escuelas públicas de educación básica a los alumnos cuyos padres así lo soliciten. Además, calificados personeros del Gobierno han manifestado en varias ocasiones su determinación de eliminar la enseñanza religiosa en las escuelas. De todo lo dicho se desprende que la educación religiosa escolar quedaría fuera de todas las escuelas, tanto públicas como privadas, estén dirigidas o no por instituciones vinculadas a la Iglesia católica o a otras instituciones religiosas.
4. Ante este peligro es preciso hacer algunas consideraciones: El hecho de que el Estado venezolano sea «laico», es decir, no confesional, pues no impone o promueve ninguna religión en particular, es algo positivo, y permite la práctica de la libertad religiosa y la libertad de culto. Pero esto no justifica que el Estado omita su obligación de permitir y posibilitar el ejercicio de los derechos de los ciudadanos, entre otros, los derechos religiosos. El Estado debe permitir y hacer posible la enseñanza religiosa en las escuelas. Esto no va contra la «laicidad del Estado», y no violenta los derechos de nadie, sino que posibilita el ejercicio del derecho a la enseñanza religiosa escolar a los alumnos de cualquier religión.
5. Por otra parte, el artículo 59 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra ese derecho al establecer que: «El padre y la madre tienen el derecho a que sus hijos o hijas reciban la educación religiosa de acuerdo con sus convicciones». La posibilidad de ejercer ese derecho queda mermada al omitir lo contemplado acertadamente en el artículo 50 de la Ley Orgánica de educación vigente. Además, la religión ha sido enseñada en las escuelas públicas de Venezuela desde tiempo inmemorial, y forma parte de nuestra identidad nacional. De manera que la enseñanza religiosa escolar es un derecho adquirido, y de acuerdo a la progresividad de los derechos que postula la actual Constitución en su artículo 19, no puede eliminarse.
6. La enseñanza de la religión es muy beneficiosa para la población, pues, fortalece la práctica de una conducta moral fraterna y solidaria. Recordemos la enseñanza del Libertador: «La Moral sin la Religión carece de su fundamento». Una educación integral, que responda a todas las exigencias del ser humano, no puede excluir el aspecto trascendente y religioso de las personas. La educación religiosa escolar tiene que ver con los derechos de las familias, con la concepción trascendental y religiosa de la gran mayoría de los venezolanos, y con los beneficios de la formación religiosa de los ciudadanos.
7. Por todo lo dicho, pedimos formalmente a la Asamblea Nacional que incluya la posibilidad de impartir la educación religiosa en el currículo y en el horario escolar de acuerdo a las convicciones de los padres o madres de los alumnos de Educación Básica. Así se respetarán los derechos adquiridos de los alumnos a ser educados en la religión de sus padres, y los derechos de la Iglesia a continuar la enseñanza religiosa, impartida desde tiempo inmemorial en las escuelas de educación primaria, tanto públicas como privadas.
8. Igualmente, dada la naturaleza, la gravedad e importancia de la educación para todo el país, pedimos formalmente a la Asamblea Nacional que difiera para la segunda quincena de septiembre la discusión de esa nueva propuesta de ley, a fin de promover la adecuada participación de los diversos actores del hecho educativo, y se pueda lograr el necesario consenso sobre algo tan importante como la educación.
9. Queridos hermanos: Dios es importante para Venezuela. ¡No se puede sacar a Dios de las escuelas! Ante la seria posibilidad de que la educación religiosa sea eliminada del horario escolar en todas las escuelas, tanto públicas como privadas, también las de instituciones de la Iglesia, es preciso que tomemos conciencia de la necesidad e importancia de la enseñanza religiosa en el horario escolar. De manera democrática y pacífica defendamos nuestros derechos religiosos y exijamos que se mantenga la normativa legal que actualmente los protege. El conocimiento y la enseñanza de nuestra fe es una gravísima obligación y un derecho fundamental de los católicos, de cada familia, y de toda la comunidad eclesial. Tomemos conciencia de ello, cumplamos nuestros deberes, y defendamos nuestros derechos.
10. Invocamos sobre todos ustedes la protección maternal de la Stma. Virgen de Coromoto, madre del Divino Maestro, Nuestro Señor Jesucristo. Con nuestra bendición episcopal,
Cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas; monseñor Saúl Figueroa Albornoz, monseñor Luis Tineo Rivera; monseñor Jesús González de Zárate, obispos auxiliares; monseñor Fernando Castro Aguayo, obispo auxiliar electo.