SAO PAULO, miércoles 19 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- La Iglesia católica en Brasil tiene expectativas puestas en el Acuerdo entre Brasil y la Santa Sede aprobado en la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de diputados la semana pasada.
Así lo afirma el arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro, monseñor Orani João Tempesta en un artículo publicado este lunes en la página web de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil.
«Esa relación diplomática crea el Estatuto Jurídico de Iglesia Católica en Brasil que tanto se necesita desde la proclamación de la República en 1889», indica.
El arzobispo asegura que el Acuerdo se adapta a la Constitución de este Estado laico y no concede privilegios extraordinarios a la Iglesia católica, en respuesta a algunas voces críticas.
El Acuerdo, firmado en noviembre del año pasado durante una visita del presidente de Brasil, Lula da Silva, al Vaticano, se llevará urgentemente a la Cámara Federal la semana que viene, y el Senado deberá ratificarlo después.
El documento, que consta de un preámbulo y veinte artículos, «ratifica una relación que siempre ha existido y abre perspectivas, incluso para otras religiones», indica monseñor Tempesta, por ejemplo respecto a la libertad de culto.
Regula varios ámbitos, entre ellos «el estatuto jurídico de la Iglesia católica en Brasil, el reconocimiento de los títulos de estudio, la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, el matrimonio canónico y el régimen fiscal».
El pasado mes de noviembre, en el acto para firmar el Acuerdo, el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, citó algunos elementos principales del texto.
Concretamente destacó «el reconocimiento de la personalidad jurídica de las instituciones previstas en el ordenamiento canónico, la enseñanza de la religión católica en las escuelas, igual que las demás confesiones religiosas, el reconocimiento de las sentencias eclesiásticas en materia matrimonial, la inserción de espacios dedicados al culto en los ordenamientos urbanos, y el reconocimiento de los títulos académicos eclesiásticos».
Monseñor Mamberti también señaló entonces que «estaría fuera de lugar hablar de privilegios, porque no hay ningún privilegio en el reconocimiento de una realidad social de tan gran relevancia histórica y actual como es la Iglesia católica en Brasil, sin que esto quite nada de cuanto se debe a los ciudadanos de otra fe religiosa y de distinta convicción ideológica».
También destacó el papel de la Conferencia Episcopal Brasileña en la génesis del Acuerdo, subrayando que ha sido precisamente el episcopado brasileño quien sugirió en 1991 la oportunidad de estipular un Acuerdo internacional entre Iglesia y estado, impulso que ha llevado en 2006 al comienzo oficial de las negociaciones.
Monseñor Mamberti expresó entonces su deseo de que el texto «pueda lo antes posible entrar en vigor y contribuir, como está en sus finalidades, no sólo a consolidar los vínculos entre la Santa Sede y Brasil y favorecer cada vez más el desarrollo ordenado de la misión de la Iglesia católica, sino también a promover el progreso espiritual y material de todos los habitantes del país y colaborar, en cuanto sea posible, en la solución de los grandes problemas que hoy preocupan a la humanidad».