El cardenal Cipriani pide "urbanidad" eucarística

“Recuperemos el amor a la Eucaristía”, exhorta el arzobispo de Lima

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LIMA, lunes 24 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- El arzobispo de Lima invocó a los fieles a practicar una urbanidad eucarística, consistente en la buena educación de la piedad, respeto y adoración al Cuerpo de Cristo.

Esta exhortación la realizó en la misa dominical que celebró en la Basílica Catedral de Lima, el domingo 23 de agosto, XXI del Tiempo Ordinario.

«Recuperemos ese amor a la Eucaristía, recibiendo a Jesús con el cuerpo y el alma limpios, en gracia de Dios. Que se utilice esa pequeña bandeja de comunión, para que en caso una partecita de la Hostia se desprenda, no caiga al suelo. Por eso, esta urbanidad, que debemos enseñarla desde los niños hasta los más ancianos», exhortó durante su homilía.

Asimismo, el pastor de Lima recordó que la Iglesia universal enseña que la comunión Eucarística se recibe en la boca, y de una manera extraordinaria –con permiso del obispo– en la mano.

«La comunión Eucarística se recibe en la boca para evitar el uso de la mano sucia en contacto con el Cuerpo de Cristo. En esta arquidiócesis todavía hay el permiso (para recibir el Cuerpo de Cristo en la mano). Digo todavía, porque cada vez más le pido a los sacerdotes y religiosos que ese respeto visible al Cuerpo de Cristo se manifieste y que no esté entregándose el Cuerpo de Cristo como quien reparte unos papeles», mencionó.

El arzobispo de Lima también recordó que la forma correcta de recibir a Jesús en la Eucaristía requiere de una preparación personal para estar en gracia. Y al momento de recibirlo, mostrar una señal visible de respeto, que puede ser la inclinación de la cabeza, y mucho más recomendable, recibir la Santa Eucaristía de rodillas.

El amor a la Eucaristía del Cura de Ars

Finalmente, el Pastor de Lima recordó, en este Año Sacerdotal, al Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, como un ejemplo a imitar en el amor a Dios en la Eucaristía.

«Hay que tener esa buena educación del Cuerpo de Cristo. Abramos con confianza el corazón a Cristo, dejemos que nos conquiste. Como decía el Santo Cura de Ars: nuestra única felicidad en esta tierra consiste en amar a Dios y saber que él nos ama. Que la Virgen María con su humildad nos enseñe a ser más respetuoso cuando nos acerquemos a recibir el Cuerpo de Cristo», culminó.

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ZENIT Staff

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