BUENOS AIRES, martes 1 de septiembre de 2009 (ZENIT.org-AICA).- El cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, alentó a los creyentes a luchar contra «la cultura de la muerte» al celebrar este lunes la misa en el santuario de San Ramón Nonato, en el barrio porteño de Villa Luro, templo que celebra 70 años.
En la homilía, al dirigirse a los mensajeros de la vida, el cardenal Bergoglio instó a «poner la cara» para defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
El primado argentino aseguró que «cultura de la vida» es, en cambio, decir que «la vida vale la pena desde el momento de la concepción», pero también acompañar el crecimiento de ese niño o niña para que «crezca sano, para que tenga buena educación y no le falte comida, que tenga principios de valores morales».
«Hay que poner la cara y decir: esto es cultura de la vida, esto es vida, todo lo contrario a la cultura de la muerte; si alguien ve que alguna de estas cosas falta, díganle que no, que por ese camino no se va a ninguna parte, que por ese camino se fracasa siempre», aseguró.
El primado argentino insistió en que al niño hay que «acompañarlo durante toda su existencia», también «en su dolor, en su enfermedad, con hospitales limpios donde no falta nada, donde se lo atiende bien al enfermo, eso es vida, eso es mensaje de vida», y también hay que hacerlo «cuando están viejitos», porque los abuelos son «la sabiduría de la vida», lamentó que a veces se «los deja de lado» por exigencia de trabajo o porque viven lejos y no se los va a visitar seguido.
Bendición de los mensajeros de la vida
El purpurado porteño bendijo a quienes llevan las imágenes de San Ramón Nonato casa por casa. Algunos se comprometieron a ser «mensajeros de la vida», en tanto otros renovaron su compromiso.
También se escuchó un conmovedor testimonio de una mujer que, gracias a la oración y al acompañamiento de sus familiares, prosiguió con su embarazo, a pesar de que éste se complicó y estuvo obligada a guardar reposo durante los 9 meses de gestación.
El templo recibió durante todo el día a multitud de fieles, en especial embarazadas o matrimonios con intenciones de tener un hijo, quienes fueron bendecidos.
También se regalaron escarpines y se pidió a las futuras mamás que cuando nazcan sus bebés traigan otros para aquellas que están en la misma situación.
Por su parte, el presbítero Alvaro Izurieta y Sea, capellán del Hospital Enrique Tornú, presidió una misa en la que se bendijeron las manos de parteras y obstetras.