SANTIAGO DE CHILE, martes, 1 septiembre 2009 (ZENIT.org).- Monseñor Fernando Chomali, obispo auxiliar de Santiago de Chile, presidió una misa por el Día de Oración por los Pueblos Originarios, el 30 de agosto, junto a representantes de la pastoral mapuche y miembros de diversas comunidades mapuches de Santiago, en la catedral metropolitana, celebración en la que también participó el ministro José Antonio Viera-Gallo.
En su homilía, informa la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Chomali se refirió al recrudecimiento del conflicto «que por largos años late como una herida en ciertas comunidades y que han causado muerte, heridos, destrucción de propiedad», y pidió a Dios «que prime el diálogo, el buen espíritu y el anhelo de la búsqueda sincera de la verdad, como requisito para que haya una auténtica, verdadera justa solución a este conflicto que nadie quiere».
Según algunas fuentes, de los más de 16 millones de habitantes del país, algo menos de 5% son indígenas, en su mayoría mapuches.
El obispo auxiliar de Santiago agregó que «desde la verdad es posible tender puentes de entendimiento que allanen los caminos de la paz y se abra el camino a una armoniosa convivencia entre todos los habitantes de esta nación».
Reiteró que la Iglesia católica no tiene soluciones técnicas, pero sí que tiene directrices que ayudan en las situaciones difíciles, «directrices inspiradas por el Evangelio, por la enseñanza del mismo Jesús».
Señaló que las políticas públicas «no pueden hacerse desde fuera de la cultura de los pueblos originarios, sino que asumiéndola en toda su riqueza y pluralidad de expresiones» y que sólo desde este reconocimiento «será posible una armoniosa convivencia y el fin de la violencia, que impide el desarrollo de los pueblos, el bienestar económico y espiritual e impide fomentar la cultura de la paz y la civilización del amor».
En el momento del ofertorio representantes mapuches llevaron al altar tierra, fuego y agua, signos de la naturaleza que les acompañan desde sus orígenes, además del pan y el vino para la eucaristía.
En declaraciones a la prensa, el ministro coordinador de Asuntos Mapuches, José Antonio Viera-Gallo, dijo que «la Iglesia católica y las iglesias evangélicas juegan un gran papel. Son un punto de nexo, un contacto con el mundo indígena por una acción pastoral que llevan hace mucho tiempo entre los pueblos originarios, tanto en la Araucanía u otras zonas del país como en Santiago. La labor que puedan hacer las iglesias es algo muy bienvenido por el gobierno».
Por otra parte, Abelino Quilaqueo Antilef, de la comunidad Pastoral de Pueblos Mapuches de Santiago, dijo que «el pueblo mapuche se siente adolorido por todo lo que ha pasado», y aseguró que «lo que queremos es que haya paz, nuestros hermanos mapuches del sur y los de Santiago no son personas terroristas, violentistas. No queremos compromisos ni puras palabras. Queremos que se devuelvan las tierras usurpadas a nuestros hermanos. Lo que falta es voluntad política».
Expresó que es necesario «conversar, escuchar, y que las autoridades vayan a las comunidades, que es donde están los problemas».