“Caritas in Veritate”, la “Rerum Novarum” del siglo XXI

Según el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de los obispos italianos

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ROMA, martes 22 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- La encíclica Caritas in Veritate supone, como en su momento la Rerum novarum y la Populorum progressio, un hito importante en la historia de la doctrina social de la Iglesia, una encíclica «providencial» ante la globalización.

Así lo afirmó este lunes el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, durante la apertura del Consejo Permanente de los obispos.

Para el «presidente» del episcopado italiano, la encíclica de Benedicto XVI, como la Rerum novarum y la Populorum progressio, sale al paso de un nuevo fenómeno, que es, tras la caída del Muro, el de «la progresiva explosión de la interdependencia planetaria, hoy comúnmente conocido como globalización».

El gran desafío de esta encíclica es, para el cardenal Bagnasco, que Benedicto XVI «invita a todos a abandonar actitudes fatalistas, como si las dinámicas actuales fuesen producidas por fuerzas anónimas e impersonales y por estructuras independientes de la voluntad humana».

Otro de los puntos doctrinales fundamentales es el concepto de desarrollo, en la línea en que Pablo VI lo concibió, «como corazón del mensaje social cristiano».

«Es muy poderosa la idea de que el desarrollo es la vocación indómita y plenaria del hombre, que no puede no desear ser más. Y es precisamente sobre este camino que él, si quiere, encuentra a Cristo», observó el prelado.

«La verdad del desarrollo consiste en su integridad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es un verdadero desarrollo», citó el purpurado. «Estas palabras del Papa no deben reducirse a un eslogan estéril, sino que deben asumirse en todo su significado histórico y social».

«Es importante destacar cómo de esta centralidad de la persona se sigue en la encíclica la apertura a la vida, que está en el centro del verdadero desarrollo, como también la exigencia de que los Estados provean políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia».

Crisis de sistema

Para el cardenal Bagnasco, esta encíclica es «providencial».

«No hay aspecto de la dinámica social que no sea considerado y, si procede, recolocado según una visión innovadora y al mismo tiempo dinámica, en una sociedad en vías de globalización», afirmó.

La encíclica «se revela como un texto providencial, que ofrece un marco sólido dentro del cual buscar respuestas a la altura de los grandes cambios que se están produciendo, en especial, por los cambios exigidos por la crisis económica y financiera que está atravesando el mundo entero», añadió.

«Para quienes piensen que esta crisis se parece a las que la han precedido, y que se podrá volver sin peligro a la exuberancia del pasado, esta encíclica le asesta un oportuno vaivén, para que no se difundan ilusiones cómodas o improponibles».

El cardenal afirma que esta «es una crisis de sistema, que ha atascado los engrasados mecanismos de una economía inadecuada a las complejidades de los desafíos actuales, y de ella no se saldrá, según el Papa, sin volver a proyectar nuestro camino, sin darnos nuevas reglas y sin encontrar nuevas formas de compromiso».

«Si continua el escándalo de un superdesarrollo disipador frente a pobrezas cada vez más desoladoras, si las distorsiones y los graves efectos de una actividad financiera mal utilizada, cuando no especulativa, siguen recayendo sobre los sectores más indefensos de la población mundial, si la corrupción y la ilegalidad no se marginen y superen, si los proteccionismos económicos y culturales, si los diversos proteccionismos económicos y culturales no son arrinconados por la cuota de egoísmo que encierran» y si «los poderes públicos no renuevan su capacidad de afrontar los problemas y si no hay una mayor participación ciudadana», esta crisis «habrá sucedido en vano, limitándose a empobrecer al mundo».

El cardenal Bagnasco felicita al Papa «en nombre de los obispos italianos» por «el don de esta encíclica, destinada a la Iglesia pero también puesta como nunca a disposición de la inteligencia del mundo».

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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