INDIANAPOLIS, Indiana, domingo, 27 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- La gente busca significado a su trabajo, formas de ayudar a los demás y defender el medio ambiente, sin que esto se oponga a generar beneficios, y Benedicto XVI ha señalado el camino, afirma un miembro de Economía de Comunión.
John Mundell es presidente y fundador de Mundell y Asociados, una empresa de asesoría medioambiental con sede en Indianápolis.
En esta entrevista con ZENIT, explica algunas razones por las que Benedicto XVI ha incorporado la Economía de Comunión, una red de negocios mundial en crecimiento, a su última encíclica, «Caritas in Veritate».
–¿Cuáles son algunos de los principios básicos de la Economía de Comunión?
–Mundell: Para comprender la Economía de Comunión, hay que comenzar por entender lo que significa la palabra «comunión» en el vocabulario de la Iglesia católica, y lo que implica una espiritualidad que incluya la comunión.
¿Cómo vivimos como «iglesia» o como pueblo unido, y qué significa esto? ¿Cómo cuadra esto en el mensaje y misión de Jesús?
Cuando se empieza a comprender esto, la base fundamental de la Economía de Comunión, el resto surge como consecuencia natural.
La Economía de Comunión nació de una idea surgida dentro del Movimiento Focolar y de su fundadora, Chiara Lubich, cuando en 1991 visitaba Brasil y la comunidad focolar local.
La semana anterior había estado leyendo la encíclica de Juan Pablo II «Centesimus Annus», una reflexión a los cien años de la primera encíclica social de la Iglesia del Papa León XIII.
Chiara estaba especialmente interesada en el tema de la implicación de la Iglesia en la esfera social del mundo. Además, al llegar a Brasil se percató de las necesidades de los pobres en la comunidad focolar local. Nuestra comunidad de allí tenía gente que era rica, pero también tenía gente que sufría y necesitaba ayuda en alimento, educación y abrigo.
Lo que Clara vio es que, a pesar de que los focolares habían practicado una comunión de bienes durante los 50 años de su historia hasta aquel momento, a pesar loes esfuerzos individuales por compartir y ayudar a quienes estaban en necesidad dentro de nuestra propia comunidad, todavía nos quedábamos cortos, y era necesario hacer algo más.
Así nació la idea de emprender negocios que pudieran funcionar, compartir beneficios y ayudar a los necesitados asociados a la comunidad.
Desde 1991, este movimiento comenzó a extenderse en el mundo focolar, y 18 años después tenemos más de 750 negocios implicados en la Economía de Comunión.
Es lago arraigado en la experiencia de los primeros cristianos, una comunidad que se decía que era una en corazón y en mente, donde no había personas necesitadas entre ellos. La idea de retomar aquella experiencia de los primeros cristianos dio lugar a esta forma de hacer negocios.
La misión es promover una cultura del dar y de justicia social a través de estos negocios que están animados por el valor de la fraternidad universal.
Estos negocios existen para dar beneficios, y están presentes en todos los continentes. Creo que estamos en 50 países. Cerca de la mitad de las organizaciones son negocios de servicios, un cuarto de ellos de fabricación, y el resto de venta al por menor.
Los beneficios de estos negocios son puestos en común. Una parte de los beneficios se queda dentro de la empresa para ayudarla a crecer, porque sin capital las empresas pueden estancarse.
Otra parte de los beneficios va a educar a la gente en esta cultura del dar, en esta actitud de la Economía de Comunión. Celebramos seminarios, conferencias y encuentros para propagar estas ideas.
La última parte de los beneficios va directamente a los pobres, para ayudar en las necesidades básicas, alimento, abrigo, educación y cuidados sanitarios. Pero es un poco diferente que el regalo filantrópico de los beneficios.
Tenemos relación con los pobres de cada localización geográfica, y sabemos de verdad todo sobre su vida. También se leve como social iguales en esta Economía de Comunión. De esta forma, cuando expresan sus necesidades, esto se considera como algo que tiene el mismo valor para nosotros que nuestro compartir nuestros recursos económicos.
Alguien lo comparó a lo siguiente: no dar pescado a una persona, ni enseñarle a pescar, sino pescar con él. En la Economía de Comunión pescamos con ellos. No es algo que hagamos a parte o para ellos, es algo que hacemos juntos.
Esto es un cambio de mentalidad total del concepto de responsabilidad social corporativa y de la noción clásica de negocios que ayudan a los pobres.
–Mucha gente ve los valores del mundo de los negocios empresariales como opuestos a los de la caridad y justicia social cristianas. ¿Cómo han logrado que ambos sean capaces de funcionar de común acuerdo?
—Mundell: Creo que esta idea de incorporar la misión social dentro de los negocios ya está madura y hemos visto mucho sobre esto en los últimos tres o cuatro años. Hemos visto un interés creciente en la idea de la responsabilidad social corporativa.
Muchas organizaciones, incluso empresas del Fortune 500, se han vuelto más conscientes de sus responsabilidades sociales en sus operaciones comerciales.
Hablan de un trasfondo triple: personas, planeta, beneficios. La personas, porque están interesadas en ayudar con los problemas sociales; planeta, porque quieren estar concienciados con el medio ambiente; beneficios, porque necesitan sostener sus negocios.
Esta idea de la responsabilidad social corporativa está en el mundo laico, y la gente se está sumando a ella. Se dan cuenta de que deben a sus accionistas un rendimiento por sus inversiones, pero también se dan cuentan de que ser responsables corporativamente también es bueno para los negocios.
Se podría decir que están siendo corporativamente responsables porque les es económicamente ventajoso. Pero creo que, no obstante, lo hacemos, y, sea cuál sea la motivación, es algo bueno.
La Economía de Comunión puede considerarse como parte de este movimiento general de responsabilidad social corporativa, pero en realidad es mucho más que eso.
Es un modelo diferente, porque, en la actual tendencia, hay un montón de negocios individuales que intentan funcionar bien, pero sin estar conectados a nada más.
En la Economía de Comunión, incorporamos el modelo de las primeras comunidades cristianas, y actuamos como 750 negocios en una red que tiene relaciones globales. Estamos en contacto unos con otros, e intentamos funcionar de la misma forma.
De este modo, podemos hacer circular las necesidades y el movimiento de recursos a diversos lugares del mundo que los requieran, basados en una forma colectiva de pensar.
La Economía de Comunión podría denominarse una «forma colectiva de vivir nuestra espiritualidad», la espiritualidad focolar de la unidad sobre la que Juan Pablo II habló en las anteriores encíclicas.
La espiritualidad de comunión influye en la forma en que actuamos como propietarios de negocios, porque nos centramos en las relaciones y en la persona humana como punto focal de la empresa.
Desde un punto de vista cristiano, tenemos el potencial de desarrollar estas relaciones hasta el punto de que haya un amor mutuo. Y como Cristo dijo, «donde dos o tres estén reunidos en mí nombre, allí estoy yo en medio de ellos». De esta forma, podemos tener de verdad la presencia de Dios, de Cristo, en estas relaciones.
Nuestro es un poco diferente, pero está dentro de la esfera de este discurso sobre empresas sociales, empresarios sociales o responsabilidades corporativas sociales. Ahora estamos dentro de este debate, especialmente ahora que el Papa ha mencionado la Economía de Comunión en la encíclica.
–¿Cómo propagan estos negocios la postura de poner a la persona
en el centro, promovida por la Economía de Comunión?
—Mundell: Primero está simplemente la forma en que tratan a sus empleados, y actúan con sus clientes, sus competidores, y las personas que los rodean en sus negocios diarios.
No piensan a corto plazo. No se aprovechan de una situación económica con un cliente, sino que más bien intentan tener una actitud evangélica de amor cuando interactúan con sus empleados y con los negocios locales.
Se guían por la calidad, pero por la calidad no sólo para obtener beneficios, más bien se trata de ayudar al cliente de forma sincera, de lograr sus metas y objetivos.
La gente que trabaja dentro de los negocios así como los clientes siente algo diferente. Algunas veces estos clientes pregunta: ¿Cuál es la motivación que está detrás de este negocio? Nunca he visto a gente actuar de esta forma».
En segundo lugar, es la forma en que el negocio opera en su comunidad local. Por ejemplo, aquí en Indianápolis, vemos a muchos negocios que atraviesan dificultades en la crisis económica. Decidimos intentar no sólo mantenernos económicamente viables, sino también ayudar a estos otros pequeños negocios a intentar encontrar oportunidades para colaborar o aportarles trabajo.
En tiempos difíciles como estos, ir más allá de uno mismo para ayudar alguien, incluso cuando no parece que esto ayude a tu propio negocio, es reconocido por la comunidad local.
También hacemos cosas como labor en colegios y con iglesias locales. En Norteamérica hay un montón de buenos negocios que son activos a nivel local. También hacemos eso, pero intentamos ir más allá de lo que se espera para convertirnos en parte de la comunidad local.
Por último, una cosa que hemos establecido es un programa internacional de internos, donde tenemos a jóvenes de todo el mundo que vienen y trabajan en estos negocios para intentar comprender cómo llevar adelante una organización de modo ético, con un cierto sistema de principios morales.
Estos internos vienen de diversos campos, gestión, ingeniería, administración, etc. Vienen tanto a aprender el aspecto técnico, para ser mejores en lo que hacen, como también el aspecto empresarial, el corazón y el alma del negocio y cómo llevarlo adelante.
Este programa se acaba de lanzar, en los últimos tres a cinco años. Este año nuestro negocio tiene cuatro internos, de Argentina, Brasil, Italia y España.
Vinieron a aprender más sobre la labor medioambiental, pero también a comprender como funciona un negocio según los principios de que habla el Papa, cuando tienes un sentido de comunión y de relación como base del negocio.
–¿Qué impacto ha tenido en otros países?
—Mundell: En algunos países como Brasil y Filipinas, la Economía de Comunión ha tenido un impacto sustancial en la ayuda a los pobres, y ha sido reconocida por los organismos gubernamentales.
El presidente de Brasil, por ejemplo, conoce la Economía de Comunión, porque ha ayudado a los pobres en las favelas, los barrios que rodean Sao Paulo, donde están las comunidades focolares. Enviamos muchos recursos allí de los negocios, y esto ha ayudado a emplear a los pobres y se ha convertido en un modelo sostenible.
También tenemos un programa de microcréditos que está en marcha, que es relativamente nuevo, porque en los últimos dos o tres años hemos comprendido que no se trata sólo de lograr beneficios y donarlos.
Lo importante es cómo se distribuyen, cómo anima, sigue y mantiene al pobre a salir de su pobreza hacia un futuro más sostenible. Este es el verdadero reto, hacer esto mientras se respeta su integridad y que no se considere que tiene el viejo estilo de los bienhechores.
Por Genevieve Pollock