LORETO, miércoles 4 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- “Éste es un gran momento para la ciudad de Loreto”, pero también “para todos los que comparten el proyecto que Chiara Lubich tenía en el corazón: unir las instituciones y la política a la espiritualidad”.
Con estas palabras, el alcalde de la ciudad italiana, Moreno Pieroni, abrió, el domingo 25 de octubre, la ceremonia de entrega de la ciudadanía benemérita en memoria de la fundadora de los Focolares, a la actual presidenta del Movimiento, Maria Voce.
El acto se celebró “en el Palacio de Congresos -señala una nota del Movimiento de los Focolares-, ante autoridades religiosas y civiles, entre las cuales numerosos alcaldes de la región, y un público local e internacional, por la participación de dirigentes de los Focolares”.
El alcalde recordó la actualidad y la profundidad del “mensaje espiritual, cultural y operativo” de Chiara Lubich.
También “su obra basada en el ideal de la fraternidad, el impulso dado por ella a la renovación de la política, de la economía, de la pedagogía y de muchos ámbitos de la sociedad, y al diálogo que ella estableció con la humanidad, superando las diferencias entre razas, religiones y culturas”.
También expresó su deseo de que “sea de ejemplo sobre todo para los que operan en el mundo político”.
El reconocimiento – como pone de manifiesto la motivación – coincide con “el 70 aniversario de la primera visita a la santa casa lauretana» de Chiara Lubich.
Ése fue el lugar donde ella “tuvo la primera intuición de un nuevo camino en la Iglesia: el focolar”, definido como “corazón de una espiritualidad comunitaria, la espiritualidad de la unidad, difundida ahora en los cinco continentes”.
La fuerte experiencia espiritual que Chiara, entonces una joven de 19 años, vivió en la “casa” que, según la tradición, había acogido a la extraordinaria familia de Nazaret, resonó en el Palacio de Congresos, a través de sus mismas palabras, expresadas mediante un intenso momento artístico.
“La intuición de Chiara muestra una intervención de Dios, que precede los tiempos y que no da explicaciones racionales”, observa María Voce.
“Cuando irrumpe el divino en la historia, no viene con sonido de trompetas, sino sumisamente como en Nazaret”.
Una experiencia que se engarza en la historia y «aúna a fieles sencillos y santos que entre esas paredes han tenido la revelación del proyecto de Dios sobre su vida y allí han pronunciado su ‘Hágase en mí’”.
“Entre esas piedras, que fueron testigos de la encarnación del Hijo de Dios, –como ha subrayado el arzobispo de Loreto, Giovanni Tonucci- nació en Chiara esa intuición de la que se abrirán horizontes infinitos”, que esperan ser ampliados y realizados por todos los que han recogido su herencia.
La Presidenta de los Focolares recordó que, justamente sobre la familia de Nazaret, se ha modelado la nueva familia espiritual nacida en la Iglesia, el Movimiento de los Focolares.
El nuevo camino que intuyó Chiara en Loreto es el del “amor recíproco que tiene la medida del don total de sí mismo”, la ley del cielo llevada por Jesús, y “cuyo primer reflejo en la tierra es el de la extraordinaria familia de Nazaret”.
Y Eli Folonari, que vivió con Chiara durante más de 50 años, mostró algunos de sus frutos: “Esta relación nueva que se crea entre las personas hace experimentar la presencia de lo divino”.
Esta experiencia “hace recordar la presencia de Jesús en la casa de Loreto”, como Él prometió en el Evangelio: ‘donde dos o tres están unidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos’. Otro modo por el que Jesús se hace presente en el tiempo de hoy”.
Dos ejemplos de la fuerza de renovación que manan de estas raíces espirituales fueron presentados por un economista y por un politólogo, docentes universitarios: Luigino Bruni y Antonio Maria Baggio.
En el ámbito económico, para contribuir a sanear la profunda diferencia existente entre ricos y pobres -dijo el profesor Brun-, Chiara “no ha activado fondos de solidaridad, sino que ha apuntado a cambiar el corazón mismo del sistema económico”: las empresas de producción, según un proyecto preciso, la economía de comunión.
En el ámbito político, el profesor Baggio subrayó que la fraternidad universal asumida como categoría política, introduce confianza en el tejido social lacerado, reconstruyéndolo.
Así se vive través de una experiencia iniciada hace dos años en Loreto, llamada “Ciudades por la fraternidad”, como también recordó el alcalde Pieroni.
La ciudad se asoció entonces a una red que une ayuntamientos de varias ciudades italianas, comprometidos a dar vida a iniciativas “a favor de la paz, los derechos humanos, la justicia social y la fraternidad universal”.