CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que la obra de la Iglesia a favor de los derechos humanos o de la justicia forma parte de su vocación a anunciar el Evangelio.
Así lo explicó este viernes en el discurso que dirigió a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum.
«La Iglesia con el anuncio del Evangelio abre el corazón por Dios y por el prójimo y despierta las conciencias. Con la fuerza de su anuncio defiende los verdaderos derechos humanos y se compromete con la justicia», aseguró.
En este sentido, consideró que «la fe es una fuerza espiritual que purifica la razón en la búsqueda de un orden justo, liberándola del riesgo siempre presente de ser ‘deslumbrada’ por el egoísmo, el interés o el poder».
Como la experiencia demuestra, añadió, «también en las sociedades más evolucionadas desde el puto de vista social, la caritas sigue siendo necesaria: el servicio del amor nunca es superfluo, no sólo porque el alma humana tiene siempre necesidad, además de las cosas materiales, del amor, sino también porque sigue habiendo situaciones de sufrimiento, de soledad, de necesidad, que requieren dedicación personal y ayudas concretas».
Según el pontífice, «cuando ofrece atención amorosa al hombre, la Iglesia siente latir en sí misma la plenitud del amor suscitada por el Espíritu Santo, el cual, mientras ayuda al hombre a liberarse de las opresiones materiales, asegura descanso y apoyo al alma, liberándola de los males que la afligen».
«La fuente de este amor es Dios mismo, infinita misericordia y amor eterno –añadió–. Quien por tanto presta su servicio dentro de los organismos eclesiales que gestionan iniciativas y obras de caridad, no puede sino tener este principal objetivo: dar a conocer y experimentar el Rostro misericordioso del Padre celeste, porque en el corazón de Dios Amor está la verdadera respuesta a las esperanzas más íntimas de todo corazón humano».