CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se ha unido al dolor de la Iglesia Ortodoxa Serbia que este jueves se celebró en la catedral de San Sabas, en Belgrado, el funeral de su patriarca, su beatitud Pavle, fallecido el domingo pasado a los 95 años.
Más de doscientos mil fieles participaron en la ceremonia, llenando las calles de la capital. En el rito, estuvieron presentes el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y, en representación del Papa, el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio.
El purpurado llevó un mensaje de pésame de Benedicto XVI, dirigido al arzobispo Amfilohije, metropolita de Montenegro y Locum, quien mantiene el trono de la Iglesia Ortodoxa Serbia durante esta sede vacante.
En el mensaje, el Papa expresa su «sentido pésame», asegurando su «unión en la oración a quienes lloran a su padre y pastor».
Recuerda que «en una larga vida al servicio del Evangelio, el difunto patriarca dio testimonio de fe y de fortaleza espiritual incluso en momentos particularmente difíciles, caracterizados por conflictos y guerras».
El pontífice pide al Señor que «su ejemplo pueda ser de consuelo para los corazones de sus fieles y para tantas otras personas de buena voluntad, que, alentadas por su perseverancia» se comprometerán «a vivir plenamente la fe cristiana y a servir con celo la gran causa de la reconciliación y de la paz».
El Papa recuerda «con gratitud la generosa y cálida acogida» que el patriarca Pavle ofreció a los miembros de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto durante la asamblea plenaria de septiembre de 2006, celebra en Belgrado.
«Otros muchos han sido los gestos de fraternidad con la Iglesia católica y los encuentros entre católicos y ortodoxos que han tenido lugar con su bendición. Que el dolor por la pérdida del patriarca Pavle –desea Benedicto XVI– se transforme en segura esperanza del ‘nacimiento al Cielo’ y su recuerdo siga inspirando un fuerte crecimiento espiritual del pueblo al que sirvió con entrega y generosidad».
«Que su recuerdo sea también una invitación a todos a continuar por el camino del diálogo y de la búsqueda de la comunión plena entre todos los discípulos de Cristo», concluye.
El patriarca, cuyo nombre de pila era Gojko Stojčević, nació el 11 de septiembre de 1914, en el pueblo de Kućanci, cerca de Donji Miholjac en la actual Croacia. Tomó el nombre de Pavle (Pablo) al entrar al monasterio tras la segunda guerra mundial.
Fue elegido obispo de Ras y Prizren (incluye todo Kosovo) en 1957, misión que desempeñó durante 33 años hasta ser elegido patriarca (1990).
Su período comenzó en pleno proceso de disgregación de la República Socialista Federal de Yugoslavia. Mantuvo a la Iglesia Serbia alejada de las luchas políticas y alzó su palabra para que se solucionaran los problemas con el diálogo, y pidió que Serbia fuera un Estado democrático.
Pero los momentos más difíciles vinieron tras las guerras entre el gobierno central de Belgrado y las repúblicas separatistas de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia, cuando estalló el conflicto en Kosovo.
Pavle, que ya como obispo de la zona había denunciado la difícil situación de las poblaciones cristianas de Kosovo, decidió comprometerse en primera persona para salvaguardar a los últimos serbios que se quedaron a vivir en esa provincia.
Uno de los momentos decisivos de su patriarcado tuvo lugar el 24 de septiembre de 2000, cuando Slobodan Milošević no quiso reconocer la victoria en las elecciones de su adversario Vojislav Koštunica: el patriarca Pavle reconoció en nombre de la Iglesia Ortodoxa a Koštunica como presidente elegido. Aquel pronunciamiento fue decisivo para que Milošević comprendiera que había llegado su hora de abandonar el poder.