El falso coma de Rom Houben no es un caso aislado

Durante 23 años pudo sentir y oír

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BRUSELAS, miércoles 25 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- «Yo gritaba pero nadie me escuchaba», fueron las declaraciones de Ron Houben, ahora de 46 años, a la revista alemana Der Spiegel.

El paciente, aficionado por las artes marciales y estudiante de ingeniería, pasó 23 años, en un supuesto estado de coma tras un accidente de tránsito.

En el año 2006 Houben logró de nuevo comunicarse por medio de un teclado especial, gracias a que el neurólogo Steven Laureys, de la Universidad de Lieja, descubriera que los médicos se habían equivocado su diagnóstico inicial. Su historia fue revelada esta semana a través de un ensayo publicado en la revista BioMedCentral Neurology.

Incomunicado

Poco tiempo después del accidente, ocurrido en 1983, los doctores y enfermeros que atendieron a Houben en la localidad de Zolder (Bélgica), aseguraron que no existía ninguna esperanza de que pudiera despertar del supuesto coma.

“Gritaba sin que nadie me pudiera escuchar”, aseguró Houben – “He sido testigo de mi sufrimiento mientras mis doctores buscaban hablarme, hasta el día en que renunciaron”, indicó.

El paciente señaló que aunque permaneció tanto tiempo incomunicado “ahora quiero leer, hablar con mis amigos por medio del ordenador y aprovechar mi vida, ahora que la gente sabe que no estoy muerto”.

Su madre Fina Houben, quien lo ha estado cuidando durante todos estos años, aseguró que siempre creyó que su hijo estaba consciente: «Pequeñas cosas me lo demostraban. Cuando le decía que me mirara, él levantaba un poco la cabeza y me miraba un poco. Le decía ‘gira la cabeza’ y él lo intentaba».

Por su parte, Steven Laureys señaló que cerca del 40 por ciento de los casos en que los se diagnostica el estado vegetal, son equivocados y que un estudio más exhaustivo puede revelar en estos, varios signos de conciencia.

Cuenta Laureys que con la nueva tecnología de “scanning”, los especialistas pudieron demostrar que la actividad cerebral del paciente no había sido interrumpida. Luego utilizaron un instrumento de alta sensibilidad en la que pudieron registrar mínimos movimientos de los que se valieron para “hablar con Rom”, quien pudo contar su historia.

Laureys sostiene en su informe que el término “estado vegetal”, en gran parte de los casos consiste en una cuestión de “etiquetas que se ponen al paciente” y que pueden marcar una gran diferencia entre la vida y la muerte.

El mismo Houben, al comunicarse indicó: “Si una persona en una cama de hospital tiene una etiqueta en la que dice “estado de mínima conciencia” o “estado vegetal”, difícilmente se lo podrán quitar”.

Sobre este tema, el médico Fulvio De Nigris, director de la casa de cuidados intensivos “Luca De Nigris”, en Bolonia, señaló que tanto para él como para sus colegas este hecho “no es una novedad”, y que, al contrario, puede reforzar “la esperanza que los familiares tienen de que cualquier cosa puede ocurrir”, dijo ante los micrófonos de Radio Vaticana.

Nigris aclaró el término de estado vegetativo: “es para una persona con una grave lesión cerebral, pero una persona que, como tal es acogida, tiene un problema que debe ser compartido y a quien es necesario reservar un papel en esta sociedad”

De Nigris aseguró que el aspecto más difícil y a la vez más valiente en estos casos es “mirar a estas personas con los ojos de la sensibilidad, de la sociabilidad y la democracia”.

[Por Carmen Elena Villa]

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ZENIT Staff

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