CIUDAD DEL VATICANO, lunes 7 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha elevado una conmovedora súplica a superar las divisiones que ha suscitado en la Iglesia la teología marxista de la liberación, al recibir este sábado a un grupo de obispos de Brasil.
El pontífice reconoció que comunidades eclesiales, particularmente en ese país, necesitan todavía experimentar mutuamente la experiencia del perdón para que las heridas de las polémicas que provocó el materialismo dialéctico en la Iglesia puedan finalmente cicatrizar.
En el discurso que dirigió a los obispos de las regiones Sur 3 y Sur 4 de la Conferencia Episcopal de Brasil, el Santo Padre recordó que en agosto pasado se han conmemorado los veinticinco años de la instrucción Libertatis nuntius de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre algunos aspectos de la teología de la liberación.
En realidad, como explicó entonces el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hay muchas corrientes de la «teología de la liberación», pues la liberación es uno de los mensajes centrales de la Revelación, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Ahora bien, una de éstas, particularmente en las tres últimas décadas del siglo XX, tomó como elemento de interpretación el análisis marxista –el materialismo histórico– para tratar de comprender la compleja y en ocasiones escandalosa realidad social de América Latina. A esa corriente se le pasó a llamar teología marxista de la liberación, muchas veces llamada simple aunque erróneamente teología de la liberación.
Como explicó el Papa a los obispos brasileños, «sus consecuencias más o menos visibles, hechas de rebelión, división, disenso, ofensa, anarquía, todavía se dejan sentir, creando en vuestras comunidades diocesanas un gran sufrimiento y una grave pérdida de fuerzas vivas».
Por eso el obispo de Roma afirmó solemnemente: «suplico a todos los que, de algún modo, se han sentido atraídos, involucrados y tocados en su interior por ciertos principios engañosos de la teología de la liberación que vuelvan a confrontarse con la mencionada instrucción, recibiendo la luz benigna que ella ofrece a manos llenas».
Citando a Juan Pablo II, Benedicto XVI aclaró que la «la suprema norma de la fe» de la Iglesia no procede del análisis marxista, sino que «proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente».
«Que, en el ámbito de los organismos y comunidades eclesiales, el perdón ofrecido y recibido en nombre y por amor de la Santísima Trinidad, que adoramos en nuestros corazones, ponga fin al sufrimiento de la amada Iglesia que peregrina en las tierras de la Santa Cruz», concluyó.
Puede leerse el discurso íntegro del Papa en la sección de documentos de ZENIT.