BELÉN, viernes, 25 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Cuando llegue la paz, esta zona de Oriente Medio podrá llamarse verdaderamente «Tierra Santa», aseguró el patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, durante la misa de Nochebuena en Belén.
Su mensaje se convirtió en una petición a todos los creyentes del mundo para que recen por la tierra en la que nació, vivió y murió Jesús.
Entre 50 y 70 mil turistas y peregrinos han venido a Tierra Santa, con motivo de las festividades de Navidad, según ha informado la Custodia franciscana de Tierra Santa.
«Es una tierra que sufre y que espera. Sus habitantes viven como hermanos enemigos. ¿Cuándo comprenderemos que una tierra sólo merece el calificativo de ‘santa’ cuando el hombre que vive en ella se convierte en santo?», se preguntó.
«Esta tierra sólo merecerá verdaderamente el calificativo de ‘santa’ cuando podamos respirar la libertad, la justicia, el amor, la reconciliación, y la paz y la seguridad», afirmó durante la celebración que tuvo lugar en la iglesia de Santa Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad, capaz de acoger a 2.500 fieles.
«¿Cómo podemos experimentar la alegría de Navidad, mientras vemos cómo se repite el drama que acompañó el nacimiento de Cristo en la historia? Cristo no tenía una casa en Belén, y muchos de nuestros ciudadanos están sin techo por la injusticia de los hombres», afirmó durante la liturgia, celebrada en latín.
«A causa de las dificultades y la inseguridad, cientos de miles de personas ya han emigrado para buscar en otro lugar una mejor calidad de vida; otros tratan de abandonar el país de sus ancestros, el país santificado porel misterio de la Encarnación de Dios», denunció en la celebración, en la que estuvo presente el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.
«¿Cómo disfrutar de la fiesta y la alegría cuando recordamos el primer aniversario de la guerra y de la tragedia de Gaza? –siguió preguntándose– El asedio de la ciudad es asfixiante, la libertad de circulación y de transporte restringida. Muchas familias están separadas».
«Al ver los sufrimientos del mundo, los conflictos de intereses, la mentira, la carrera de armamentos y la posesión de armas de desctrucción, así como los niños sin techo abandonados a su suerte en las callejuelas de los campos de refugiados, pediamos al Niño de Belén que sobre nuestra tierra surja el sol de justicia, de amor y de vida, para expulsar el espectro de la muerte y de la destrucción», concluyó.