CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 15 enero 2010 (ZENIT.org).- Ante el drama que Haití está viviendo en estos momentos, la respuesta de la Iglesia debe ser el amor hecho solidaridad, considera el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, S.I.
El director de la Oficina de Información de la Santa Sede reflexiona sobre la respuesta cristiana ante el inmenso misterio de dolor provocado por el terremoto, en el último editorial de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director.
«El mundo está conmocionado por la tragedia del pueblo de Haití, por las decenas de miles de víctimas, por el número inmenso de damnificados, por las dificultades de organizar los auxilios en una situación de confusión general, por el dolor desgarrador de todo un pueblo, que ya se encontraba entre los más pobres de la Tierra», explica el portavoz.
«También la Iglesia, que vive con su pueblo, ha quedado directa y dolorosamente golpeada por la muerte de tantos miembros, comenzando por el mismo arzobispo de la capital, y por la destrucción de tantas actividades suyas», añade.
El sacerdote recuerda que el Papa alzó inmediatamente la voz, con «vibrantes palabras de participación espiritual y de llamamiento a la solidaridad, y a su voz se han unido otras muchas, de todos los países, en particular de los más cercanos del continente americano, de manera que podamos esperar que también en esta ocasión, como ya sucedió en el pasado, la gravedad de la tragedia se convierta en oportunidad de una enorme carrera de solidaridad y de amor».
«Y este amor generoso y genuino es quizá el único verdadero consuelo, la única gran respuesta a este mar de dolor, como el amor de Cristo que muere en la cruz es la única verdadera respuesta al sufrimiento del hombre», considera el padre Lombardi.
El portavoz cita la conversación que ha mantenido con un sacerdote, quien le decía: «Nosotros, los haitianos, estamos acostumbrados a las catástrofes, naturales, políticas o de otro tipo, pero el pueblo, cada vez, vuelve a esperar, esta es una esperanza cristiana. Para los haitianos el amor es más fuerte».
«Tantos agentes sociales y pastorales, testigos de la solidaridad, ya han muerto en estos días, ‘por amor’, junto a los haitianos, como la brasileña Zilda Arns, fundadora de la maravillosa Pastoral de la Infancia'».
«Tenemos que seguir acompañando, a través de la solidaridad y el amor, el resurgimiento, una vez más, de la esperanza y del amor de los haitianos, de los pobres y de los que sufren en el mundo», concluye el padre Lombardi.