ASUNCIÓN, viernes, 15 enero 2010 (ZENIT.org).- Los obispos de Paraguay hicieron pública este miércoles una declaración titulada “Sobre la vida, la libertad y la dignidad de la persona humana”, a propósito del ganadero Fidel Zavala, secuestrado hace 92 días por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), que exigió a la familia del secuestrado repartir carne entre los pobres para seguir con las negociaciones.
Los obispos, miembros de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Paraguaya, en comunión con los demás obispos de la CEP, se dirigen a las autoridades del Gobierno Nacional (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Ministerio Público), así como a las fuerzas políticas, movimientos sociales, y ciudadanía en general para expresar su voz “ante los hechos que quebrantan la tranquilidad de la convivencia y la paz pública entendidas en el marco de un Estado Social de Derecho”.
Por ello declaran, en primer lugar: “La persona humana, y su dignidad por ser imagen y semejanza de Dios, no puede ni debe estar subordinada a ningún proyecto político, económico o ideológico. No es una mercancía ni un medio para la obtención de ningún fin. Por eso aborrece a la conciencia humana y cristiana el secuestro, la coacción, la extorsión, el chantaje, la violencia y la humillación como medio y como método para el logro de cualquier propósito”.
Los obispos afirman así mismo que “la vida y la libertad son derechos fundamentales de la persona humana, y están garantizadas de manera prioritaria por la Constitución y por las leyes de la República y las autoridades del Gobierno han jurado cumplirlas y hacerlas cumplir”.
Según los prelados, “la transgresión y agresión a los derechos de las personas son de tal gravedad que el Código Penal establece claramente como delitos muy graves el secuestro, la coacción y la extorsión, entre otras tipos penales y cuya comisión es pasible de castigos severos”.
Por lo todo lo anterior, subrayan los obispos, “toda privación de libertad de cualquier persona contra su voluntad y las leyes de una República debe ser rechazada por las instituciones y la ciudadanía en general. Asimismo exige que las instituciones encargadas de velar por la seguridad de los ciudadanos agoten todos los recursos y esfuerzos para hacer cumplir y hacer cumplir las leyes y garantizar los derechos y el bienestar de las personas”.
En relación a “lo acontecido el día ayer con relación a la distribución de carne a favor de los más necesitados ‘como gentileza del EPP’”, declaran los obispos, es inadmisible en un Estado de derecho”.
“Creemos en la solidaridad y la asistencia a los necesitados –añaden–, pero con gestos
humanizantes y no humillantes”. “Rechazamos rotundamente la forma de solidaridad expresada por los miembros del EPP con las personas carenciadas. No podemos realizar gestos solidarios y sociales con lo ajeno, la verdadera solidaridad es despojarnos de lo que tenemos para dar alguien que tiene menos, pero de ninguna manera podemos despojar con coacciones y amenazas los bienes de los demás para donar a otros”.
Los obispos expresan su “total apoyo y acompañamiento al señor Fidel Zavala y a toda su familia que sufre los embates de la inseguridad y el atropello a los derechos fundamentales del hombre, como la libertad”.
Así mismo, hacen un llamamiento “a los secuestradores, si realmente en sus pensamientos está la liberación del pueblo de todas las ataduras e injusticias, que liberen al señor Fidel Zavala, para que podamos encontrar serenidad y tranquilidad entre los habitantes del pueblo paraguayo; no se puede conseguir liberación con el sufrimiento y la humillación de los demás”.
Apelan también “a la conciencia de la ciudadanía para que no acepte, bajo ninguna circunstancia, víveres o ningún otro tipo de ayuda que provenga de acciones ilegales”.
Exhortan a todos los fieles “a perseverar en la oración, pidiendo a Dios misericordia para nuestro querido Paraguay, por la paz social libre de toda violencia, donde se respete la dignidad de cada persona. No perdamos la fe y la esperanza de encontrar el diálogo entre compatriotas, especialmente de los sectores sociales y políticos, donde muchos cristianos son protagonistas y deben ser ‘Sal y Luz’ en estos momentos difíciles. Los poderes públicos deben buscar los medios apropiados a un Estado Social de Derecho para superar la pobreza y muchos otros males y jamás aceptar imposiciones que denigren a la soberanía nacional”.
“La Iglesia Católica –concluyen–, en la dimensión testimonial de su tarea evangelizadora, reafirma su compromiso con los más pobres, a través de sus múltiples proyectos y acciones sociales subsidiarias y solidarias tendientes a su dignificación y promoción”.