ROMA, domingo 17 de enero de 2010 (ZENIT.org).- La visita de Benedicto XVI a la Comunidad judía de Roma, este domingo por la tarde, ha sido un éxito, atestiguado por los aplausos con los que el Pontífice fue recibido dentro y fuera de la gran Sinagoga.
El Papa llegó al Templo mayor hacia las 16,25, siendo acogido, entre otras personalidades, por el presidente de la comunidad judía de Roma, Riccardo Pacifici, por el presidente de las Comunidades judías de Italia, Renzo Gattegna, y por el Gran Rabino, Riccardo Di Segni.
Antes de su entrada en la Sinagoga, el Pontífice depositó una ofrenda floral ante las lápidas que recuerdan dos de los momentos más oscuros de la Comunidad judía romana: la que conmemora la deportación de 1.022 judíos, realizada el 16 de octubre de 1943, y la que recuerda el atentado terrorista del 9 de octubre de 1982 al Templo, durante el cual murió un niño de dos años, Stefano Taché, y otras 37 personas resultaron heridas.
Benedicto XVI, segundo Papa en visitar la Sinagoga de Roma tras Juan Pablo II en 1986, ha sido el primer Pontífice en detenerse ante la lápida que recuerda la muerte del pequeño, junto a la que depositó un ramo de flores blancas. También saludó a los padres del niño muerto y a heridos supervivientes del atentado, entre ellos a Emanuele Pacifici, padre del presidente de la Comunidad judía romana.
Minutos antes había depositado flores rojas ante la lápida que recuerda la deportación durante la Segunda Guerra Mundial.
La llegada del Obispo de Roma fue acogida con aplausos calurosos y gritos de «Viva el Papa». Un poco antes de hacer su entrada en el Templo, Benedicto XVI se volvió para saludar una vez más a los presentes, que seguían aplaudiendo. Entró en la Sinagoga mientras el coro cantaba al órgano, instrumento característico de la Comunidad judía romana y que no utilizan otras comunidades.
Tras las intervenciones de saludo de Pacifici, Gattegna y del Rabino Di Segni, el Papa comenzó su discurso, interrumpido en siete ocasiones por los aplausos de los presentes. La Sinagoga estaba abarrotada con más de mil personas, entre judíos, cristianos y musulmanes.
En su intervención, recordó el horror de la Shoah y auguró una mayor colaboración entre judíos y cristianos, unidos por el Decálogo y comprometidos en dar testimonio del único Dios y a despertar en la sociedad el anhelo de la trascendencia.
Entre los presentes en el Templo mayor había también supervivientes de los campos de exterminio nazis, visiblemente conmovidos cuando el Pontífice recorrió una de las más grandes tragedias de la historia de la humanidad.
En su discurso de saludo al Papa, el presidente de la comunidad judía romana, Pacifici, afirmó que su visita “dejará un signo profundo”, no sólo desde el punto de vista religioso, «sino por la repercusión que esperamos pueda tener sobre la sociedad civil”.
De la misma forma, subrayó su aprecio por la “actitud valiente” del Pontífice sobre la inmigración y auguró una laicidad “que nunca se contraponga con la contribución que las religiones monoteístas pueden dar».
Recordando que su propio padre, Emanuele Pacifici, se salvó del Holocausto al esconderse en el convento de las Hermanas de Santa Marta en Florescencia, el presidente de la Comunidad judía de Roma constató que miles de católicos ayudaron a los judíos, subrayando que lo hicieron “sin pedir nada a cambio”.
En este contexto, se refirió al presunto silencio del Papa Pío XII como una “omisión” que habría podido dar ánimo y esperanza a quienes huían del exterminio.
Pacifici concluyó su discurso subrayando que el diálogo entre judíos y católicos “puede y debe continuar”, concepto retomado del presidente de las Comunidades judías de Italia Renzo Gattegna, quien auguró que “las diversidades no sean nunca más causas de conflictos ideológicos o religiosos, sino de recíproco enriquecimiento cultural y moral”.
El Rabino Di Segni dirigió a Benedicto XVI un «saludo grato» por su visita, recordando la necesidad de un diálogo que ponga en primer lugar los objetivos comunes entre los dos credos.
El Papa regaló a Riccardo Pacifici una panorámica de la Isla Tiberina, lienzo de Giovanni Battista Piranesi, y recibió a su vez, por parte de la la Comunidad judía una obra del artista veneciano Tobia Donà, que representa un bosque azul cuya imagen ha sido realizada con números, letras y palabras judías.
En Italia hay cerca de 35.000 judíos, organizados sobre todo en las dos comunidades mayores de Roma y Milán. La Comunidad judía romana cuenta con alrededor de 15.000 miembros.
[Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez]