CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 de enero de 2010 (ZENIT.org).- El mundo "que con frecuencia camina a tientas en las tinieblas de la duda", necesita redescubrir la alegría de la fe, constató Benedicto XVI este domingo al bautizar a siete niñas y siete niños recién nacidos en la Capilla Sixtina.
Es "un gran día" para estos niños, dijo el Papa durante una homilía interrumpida en ocasiones por los sollozos de los bebés. "Con el Bautismo --aseguró--, participando en la muerte y resurrección de Cristo, comienzan con Él la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo".
"También en nuestros días la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar", continuó diciendo teniendo como testigo mudo el Juicio Final de Miguel Ángel.
Por este motivo, el obispo de Roma, dirigiéndose en particular a los presentes, en particular a los padres y padrinos, deseó que "el Señor conceda a cada uno de nosotros la gracia de vivir la hermosura y la alegría de ser cristianos".
De este modo, afirmó, es posible introducir a los demás "en la plenitud de la adhesión a Cristo".
"El Bautismo ilumina con la luz de Cristo, abre los ojos a su resplandor e introduce en el misterio de Dios a través de la luz divina de la fe", subrayó.
En esta luz, dijo, los niños, aunque sean bautizados sin uso de razón, podrán "caminar durante toda la vida, ayudados por las palabras y el ejemplo de los padres, de los padrinos y madrinas".
"Éstos tendrán que comprometerse a alimentar con las palabras y el testimonio de su vida las antorchas de la fe de los niños para que pueda resplandecer en este mundo, que con frecuencia camina a tientas en las tinieblas de la duda, y llevar la luz del Evangelio que es vida y esperanza", concluyó.
[Puede leerse la homilía completa en la sección de documentos de la página web de ZENIT y el testimonio de los padres de uno de los niños bautizados en El bautismo administrado por el Papa: una doble bendición.]