NUEVA YORK, lunes 5 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Promover y valorar a la mujer para lograr una sociedad sea más justa, fue la propuesta del arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico y guía de la delegación de la Santa Sede en la sesión del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas ECOSOC.
El prelado, quien será trasladado pronto a Polonia como nuncio apostólico, intervino el jueves pasado en Nueva York, durante el encuentro sobre el tema denominado “Implementar los objetivos y los compromisos internacionalmente concordados sobre la igualdad de género y el refuerzo de las mujeres”.
“Todas las mujeres y jóvenes - recordó monseñor Migliore, - aspiran a un mayor reconocimiento de su valor y de su igualdad, así como una mayor valoración de su papel en el desarrollo”.
“Cualquier deliberación sobre el tema será incompleto, si no se asegura la promoción de las mujeres, que son agentes dinámicos de desarrollo en la familia, en la sociedad y en el mundo”.
Desde que los líderes mundiales se han comprometido con este tema, los propios gobiernos, en la ambiciosa tarea de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, recordó el prelado “se han realizado progresos en la integración de las perspectivas femeninas en el desarrollo en las políticas, bien sea multilaterales como nacionales”.
“Incluso países que se quedan atrás en muchos aspectos de desarrollo, están dando más relevancia al papel de la mujer en la vida pública, sobre todo en el campo político”, reconoció el arzobispo.
La promoción de las mujeres, subrayó monseñor Migliore, “presupone la dignidad universal, humana y así, la dignidad de cada individuo”.
Esta noción “subraya la complementariedad entre hombre y mujer, que significa igualdad en la diversidad”, donde “igualdad y diversidad se basan en los datos biológicos, expresados tradicionalmente por la sexualidad masculina y femenina y sobre el primado de la persona humana”.
Al mismo tiempo, este tema tiene que ver con “los papeles a interpretar y las funciones a desarrollar en la sociedad”. En este contexto, “la igualdad no es identidad y la diferencia no es desigualdad”.
La promoción de las mujeres por el desarrollo, prosiguió el Nuncio Apostólico, “significa también el reconocimiento y la afirmación de los dones y de los talentos de cada mujer, proporcionando una mejor asistencia sanitaria, y una mejor instrucción y oportunidades iguales”.
“Promover a las mujeres y respetar su dignidad significa también honrar su capacidad de servir y dedicarse a la sociedad y a la familia a través de la maternidad, que implica un amor oblativo”.
Desde este punto de vista se espera así que “las disposiciones laborales a favor de la familia, los permisos compartidos para la asistencia familiar y la redistribución de la carga laboral no remunerada, reciban la atención que merecen”.
Desafíos por afrontar
Monseñor Migliore prosiguió su intervención subrayando que la Santa Sede “ve con preocupación que aumentan las desigualdades entre individuos y entre los países y que persisten varias formas de discriminación, explotación y opresión de mujeres y jóvenes, las cuales son afrontadas proporcionando medidas adecuadas de protección social en base a los contextos nacionales”.
En cuanto al sector sanitario, particularmente, señaló que es necesario “eliminar las desigualdades entre hombres y mujeres, aumentar la capacidad de las mujeres de cuidar de sí mismas, principalmente a través del acceso a una asistencia adecuada”.
Los otros estudios científicos han demostrado un notable mejoramiento de la reducción de la mortalidad materna e infantil, “revelando la importancia de la inversión complementaria en otros sectores relevantes para las mujeres y las jóvenes, incluyendo alimentación, salud general y educación”.
“El verdadero progreso de las mujeres no se alcanza sólo concentrándose en una cuestión particular sanitaria sobre las demás sino más bien promoviendo su salud integral, que incluye la necesidad de dar más atención a las enfermedades específicas de las mujeres”, advirtió el Prelado.
La promoción de las mujeres es también “esencial para el desarrollo económico de la familia y de la sociedad” dijo monseñor Migliore.
Respecto a este tema, el arzobispo dijo que es necesario “el acceso a la tierra y a la propiedad, las instalaciones del crédito y las oportunidades equitativas para los servicios financieros para las mujeres”. Factores que “ayudan a asegurar la estabilidad económica”.
También se refirió a otras preocupaciones, como “la violencia contra las mujeres, sobre todo en la casa y en el lugar de trabajo y la discriminación en el campo profesional, incluso a nivel de sueldos o de pensiones”.
“Los autores de la violencia intrafamiliar deben ser llevados ante de la justicia mediante estructuras legales adecuadas y políticas nacionales. En cuanto a las mujeres que la sufren, es necesario favorecer su rehabilitación”, señaló el arzobispo.
Debe así garantizarse “el pleno gozo de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales”, sobre todo “a las mujeres inmigrantes, refugiadas y a las mujeres discapacitadas”.
Igualmente es necesario promover “campañas para el aprendizaje de los derechos humanos”, un aspecto en el que puedan jugar un papel importante, “tanto la sociedad civil como las ONG, las asociaciones femeninas y las organizaciones basadas en la fe”.
“Cuanto más se defienda y promueva la dignidad de las mujeres, - concluyó el arzobispo Migliore –serán verdaderamente más promovidas tanto la comunidad como la sociedad”.
Por Roberta Sciamplicotti. Texto traducido del italiano por Carmen Elena Villa