MÉXICO, lunes 19 de julio de 2010 (ZENIT.org – El Observador).- El día de ayer concluyó la 120 edición de la Peregrinación de la diócesis de Querétaro a la Basílica de Guadalupe, peregrinación que es la más antigua y la más numerosa de las que, todos los días del año, visitan el santuario.
Las autoridades del Distrito Federal calculan en 90 mil el número de peregrinos que a pie, en bicicleta o en silla de ruedas, se trasladaron hasta el Santuario del Tepeyac para pedir, en esta ocasión, por la paz en México, el cese de la violencia y por la concordia entre los mexicanos.
Es la concentración más numerosa en la Basílica de Guadalupe salvo la del día 12 de diciembre, cuando se concentran cerca de 5 millones de peregrinos a celebrar el cumpleaños de las apariciones de la Virgen al indígena San Juan Diego, ocurridas en 1531.
El trayecto de Querétaro a la Basílica (aproximadamente 230 kilómetros) fue recorrido por 18 mil mujeres y 30 mil hombres. A ellos se agregaron sus familias ayer domingo. Los peregrinos comenzaron a entrar en la explanada de la Basílica a las 5 de la mañana y la misa, presidida por el obispo de Querétaro, Mario de Gasperín, se dio a la una de la tarde.
Durante su homilía, monseñor De Gasperín acentuó el término del peregrinar de los fieles y los invitó a sentirse satisfechos por cumplir con el objetivo de su andar cristiano.
“Hemos llegado al término de nuestra peregrinación, pero no al término de nuestro caminar hacia la Casa del Padre. Aquí, en la Casa de Nuestra Madre Santísima, hacemos como un alto, miramos su imagen y dejamos que nos miren sus ojos; sin duda experimentamos la caricia de sus manos que curan nuestras heridas”, expresó el obispo de Querétaro
Dijo que los católicos han contribuido a “Que en Cristo, nuestra paz, todos los mexicanos tengamos una vida digna” de hijos de Dios. Es el deseo de Santa María de Guadalupe y también de su servidor”.
Por su parte, monseñor Diego Monroy Ponce, quien es el abad de la Basílica de Guadalupe, aconsejó a los peregrinos a imitar las acciones de la virgen de Guadalupe, principalmente en el aspecto de la hospitalidad y ayuda a las personas que lo necesiten.
“Imitemos a nuestra muchachita y Madrecita Santa María de Guadalupe, maestra de hospitalidad al acoger en su seno al Hijo de Dios, para que con su auxilio nos abramos a Dios en las personas de quienes nos necesitan”, dijo monseñor Monroy Ponce