BRUSELAS, lunes 19 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Las desigualdades sociales crecen alarmantemente en Europa, junto con el paro y otros problemas. Es la alarma lanzada por la Santa Sede hoy en Bruselas, durante la Cumbre Anual de los líderes religiosos con las instituciones de la Unión Europea.
En Europa, advirtieron los delegados católicos, la diferencia entre ricos y pobres es cada vez más grande y escandalosa, mientras que el crecimiento en aumento del paro resulta “preocupante”.
El encuentro fue presidido por el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, junto con los presidentes del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y del Europarlamento, Jerzy Buzek. En él participaron representantes cristianos, musulmanes y judíos, asi como de la comunidad sikh y del hinduísmo.
Según informó hoy Radio Vaticano, la delegación católica estaba formada por el cardenal Peter Erdö, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), y monseñor Adrianus van Luyn, presidente de la Comisión de Episcopados de la UE.
También formaban parte de la delegación monseñor Stanislav Zvolenský, representante del episcopado de Eslovaquia, y Flaminia Giovanelli, subsecretaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
La Giovanelli intervino en la cumbre afirmando que cada vez más “viven al lado unos de otros ricos y miserables, personas que no tienen nada, a las que les falta hasta lo esencial, y personas que desperdician sin moderación lo que otros necesitan de forma desesperada”.
Según la subsecretaria de Justicia y Paz, 85 millones de personas en la Unión Europea – el 17% de la población – viven bajo el umbral de la pobreza, en el contexto de una crisis económica “que se está revelando como una crisis estructural, de valores, de confianza”.
Junto a ello, señaló como preocupante el descenso de la población junto al aumento del paro: “la falta de trabajo es la primersa causa de exclusión social, y alcanza ya proporciones intolerables. Intolerables no sólo por el número de parados”, apuntó, sino también “por el aumento de los trabajadores pobres”.
El 8% de los trabajadores europeos, afirmó, no tiene un salario adecuado para asegurar una vida digna a sí mismos ni a sus familias.
Crece también, advierte la Santa Sede, la pobreza relativa: “hace cinco años, el 20% de los ciudadanos más ricos tenía una renta cinco veces superior al restante 80% de la población”, y la desigualdad entre los países “no deja de aumentar”.
“La Iglesia católica está del lado de los pobres, alza la voz en favor suyo y promueve iniciativas para ayudarles a superar su situación”, concluyó Giovanelli.
Mirar a África
Por su parte, el cardenal Péter Erdő y monseñor Van Luyn insistieron en que “lo que hay que combatir es la pobreza, no a los pobres”, añadiendo que éstos no deben ser considerados “objeto de asistencia”, sino “sujetos de la lucha común de la sociedad contra la exclusión social”.
Monseñor Van Luyn trató sobre todo la cuestión de la inmigración, invitando a los países europeos a mirar “más allá de sus fronteras”, especialmnete hacia África.
“Ante el drama de tantos inmigrantes que buscan una vida mejor en el viejo continente, no podemos reaccionar reforzando la 'Fortaleza Europa' ni abrindo totalmente las fronteras”, explicó, sino que la solidaridad “debe orientarnos hacia un cambio de condiciones de vida en sus países de origen”.