OKLAHOMA CITY, miércoles 21 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Este martes, en la arquidiócesis de Oklahoma City (Estados Unidos), se llevó a cabo la ceremonia de clausura de la fase diocesana del proceso de canonización del padre Stanley Rother, misionero en Guatemala, quien fue asesinado por un escuadrón de la muerte.
En una solemne concelebración eucarística, el arzobispo de dicha ciudad, monseñor Eusebius J. Beltrán, dispuso el cierre lacrado de todos los documentos que testifican los sucesos ocurridos el 28 de julio de 1981 en la localidad de Santiago Atitlán, Guatemala, para su inmediato envío a la Congregación de la Causa de los Santos en el Vaticano.
El sacerdocio del padre Stanley Rother estuvo marcado por un trabajo misionero desde muy joven entre los indígenas Tzutuhil de Guatemala, donde la arquidiócesis de Oklahoma City, a la que pertenecía, lo envió para trabajar en la misión sostenida por dicha jurisdicción norteamericana.
«El padre Rother fue un sacerdote bueno y feliz. Fue muy leal al Evangelio y a su servicio a los más pobres», declaró a ZENIT el arzobispo Beltrán, quien alentó la esperanza de que el hoy siervo de Dios sea declarado santo y mártir.
El hecho que es materia de investigación corresponde a asesinato del sacerdote por un supuesto grupo armado, durante la dictadura que azotó Guatemala durante los años setenta y ochenta, donde también perdieron la vida cuatro sacerdotes y muchos catequistas por odio a la fe.
El padre Rother fue párroco de la localidad guatemalteca de Santiago Atitlán, donde defendió la vida y la práctica religiosa de su pueblo, razón por la cual recibió varias amenazas antes de su muerte, de lo que han testificado contemporáneos, entre ellos exponentes del pueblo indígena.