Perú: La Iglesia defiende su actuación medioambiental en la Amazonía

Ante la expulsión de un misionero británico defensor del medio ambiente

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LIMA, jueves, 22 julio 2010 (ZENIT.org).- El presidente de los obispos peruanos hizo público un mensaje sobre la presencia de la Iglesia en la Amazonia y su actividad medioambiental, y pidió un “debido proceso” para un misionero británico en esta región, expulsado por su defensa del medio ambiente.

La Iglesia católica peruana pidió el pasado viernes un “debido proceso” para el religioso británico Paul McAuley, quien este mes recibió una orden de expulsión de Perú, y, en tal sentido, defendió la labor de los obispos y misioneros que protegen el medio ambiente como parte de su doctrina social.

El poder judicial de la ciudad de Iquitos, la principal de la Amazonía peruana, dejó en suspenso un decreto gubernamental de virtual expulsión del religioso británico.

El presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), monseñor Miguel Cabrejos Vidarte OFM, remarcó en rueda de prensa que “la defensa de una vida digna y de la protección del medio ambiente son valores de la doctrina social de la Iglesia y, además, son amparadas por las normas internacionales vigentes”. “La defensa del medio ambiente no es sólo la protección de la naturaleza sino del espacio donde se desarrolla el ser humano”, añadió el también arzobispo de Trujillo.

McAuley, religioso de La Salle y director de la Asociación Red Ambiental Loretana en la ciudad amazónica de Iquitos desde 2006, presentó recursos ante el Tribunal Constitucional contra las concesiones forestales y denuncias por contaminación petrolera contra empresas como la argentina Pluspetrol.

El presidente de la CEP subrayó que los argumentos puestos como prueba deben ser revisados “en forma objetiva e imparcial por un Poder Judicial independiente”.

Este viernes, el presidente de los obispos peruanos hizo público un mensaje sobre la presencia de la Iglesia en la Amazonia, con el deseo de “destacar puntos sustanciales que resumen varios sucesos ocurridos en los últimos días en nuestro país y que tienen que ver con nuestra acción pastoral”.

Recuerda en su mensaje que “el Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral ‘Los Gozos y Esperanzas’, señala que “La comunidad política nace, (…) para buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido (…pero) cuando la autoridad pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica”. (Nº 74).

Añade que “el Papa Pablo VI indica que ‘entre evangelización y promoción humana existen lazos muy fuertes (y por tanto) no es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo’ (EN Nº 31)”.

Recuerda que “los obispos latinoamericanos afirman que ‘la tarea esencial de la evangelización incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana’” (DA Nº 146).

Señala también que “la Iglesia está en el mundo para construir la paz, protegiendo la Creación, así lo señala Benedicto XVI: ‘El Papa Juan Pablo II llamó la atención sobre la relación que nosotros, como criaturas de Dios, tenemos con el universo que nos circunda. ‘En nuestros días aumenta cada vez más la convicción –escribía- de que la paz mundial está amenazada, también […] por la falta del debido respeto a la naturaleza’, añadiendo que la conciencia ecológica ‘no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas’”.

Así mismo, señala que “el llamamiento de Juan Pablo II en 1990 se hace hoy todavía más apremiante ante las crecientes manifestaciones de una crisis, que sería irresponsable no tomar en seria consideración. ‘¿Cómo permanecer indiferentes ante…la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad? (…) ¿Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales? Todas estas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo’” ..

Monseñor Cabrejos subraya que la Iglesia ha sido fiel al envío de Jesús: “Esta conciencia de la misión universal (global) de la Iglesia ha movilizado a lo largo de la historia a numerosos misioneros y misioneras (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos), quienes dejando sus propias naciones y familias, han llegado hasta nosotros para estar al servicio del Evangelio de Jesucristo en nuestro país. Son muchos los motivos para agradecer el aporte que han brindado y lo siguen haciendo en los diversos campos de la acción evangelizadora de la Iglesia, especialmente en el campo de la defensa de la vida y el medioambiente”.

“La presencia de la Iglesia en la Amazonía no es nueva –recuerda el obispo–. Son cinco siglos acompañando la vida de los pueblos, presencia que ha sido posible gracias a los misioneros y misioneras que, en su mayoría, provenían de países hermanos. Los Vicariatos Apostólicos de la selva fueron creados para continuar con la evangelización de los pueblos, para promover su cultura, mejorar su salud y educación, cuidar la naturaleza, obra del Creador. Como dice Aparecida: ‘Por eso, como profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable, y no un planeta con aire contaminado’. (DA 471)”.

También debemos manifestar –añade- que la Conferencia Episcopal Peruana ha desempeñado y desempeña un rol importante en el proceso de diálogo entre el Estado y las comunidades indígenas, como fue el caso de la invitación del Estado a participar como observadores en el Grupo Nacional de Coordinación para el Desarrollo de los Pueblos Amazónicos (RS 117-2009 PCM). En este contexto es importante que se reabran las mesas de diálogo tal como lo pidieron los Obispos de la Amazonía al Presidente de la República, Dr. Alan García Pérez, el 5 de marzo del presente año”.

Así mismo, indica, “es necesario resaltar la participación activa de los obispos vicarios apostólicos de nuestra amazonía con el apoyo de profesionales de las mismas jurisdicciones eclesiásticas, de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) y del Centro Amazónico de Antropología y Acción Práctica (CAAP), en la búsqueda de la solución pacífica de los conflictos socio ambientales”.

Y concluye reiterando que “la Iglesia, desde su misión evangelizadora, promueve la paz y el desarrollo humano integral. Queremos ser testigos creíbles de Jesús, Buen Pastor, quien afirma de sí mismo “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud” (Juan 10,10).

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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