JUBA, martes 27 de julio de 2010 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Sudán ha hecho público un mensaje de esperanza y exhortación a la concordia nacional, al término de una sesión plenaria extraordinaria en Juba.
Sudán, ensangrentado por un conflicto que duró veinte años, vive actualmente una situación política social de estabilidad precaria, tras las elecciones del pasado abril, que reconfirmaron en el poder al presidente Omar el Bashir y al presidente del Gobierno autónomo de Sudán del Sur, Salva Kiir, informaba este domingo el diario vaticano L’Osservatore Romano.
Las elecciones se desarrollaron en un clima fundamentalmente tranquilo y ordenado, a pesar de que para la mayor parte de la población, incluído un alto porcentaje de mujeres, fuera la primera verdadera experiencia de votación. Fue la primera consulta electoral multipartidos celebrada a nivel nacional a distancia de años desde el inicio del conflicto.
En enero de 2005, en Nairobi, Kenia, se firmó un acuerdo de paz (Comprehensive Peace Agreement) entre el Gobierno central y el Ejércuto Popular de Liberación de Sudán (SPLA), que reconoció al Gobierno autónomo de Sudán del Sur, con la previsión de un referéndum para la proclamación de la independencia.
Además, se concordó entre el Gobierno central y el SPLA la subdivisión de los ingresos producidos por los ricos yacimientos petrolíferos en el centro-sur del país. Sudán cuenta con cerca de cuarenta millones de habitantes, de los que el 80% son musulmanes y el 17% cristianos.
Ahora, los ojos del país y de los observadores internacionales apuntan a otro paso fundamental hacia la democratización: el referéndum, previsto para enero de 2011, que podría, en caso de resultado positivo, permitir a la región autónoma de Sudán del Sur obtener la independencia.
Con vistas a la cita del referéndum, los obispos llaman a todo el país a un fuerte compromiso para que el proceso de consulta pueda realizarse “de manera transparente y fructífera” para contribuir al bien común del país.
Y, a este respecto, se subraya que la Iglesia está constantemente presente “en el trabajo de construcción de la paz y de reconciliación, en colaboración con las otras partes y en línea con la doctrina social de la Iglesia”.
Los obispos definen la actual situación como “un momento histórico y de cambio” que hará que Sudán “no sea ya el de antes”.
En la nota se recuerda que “tras siglos de opresión y de explotación, tras decenios de guerra y violencia que han marcado y herido las vidas de muchas personas en el sur y norte de Sudán, sin ningún respeto por la vida humana y la dignidad; ahora, a cinco años de la firma del Comprehensive Peace Agreement, hemos alcanzado un punto a partir del cual moverse y preparar el cambio”.
El mensaje, obtiene inspiración del pasaje bíblico “El espíritu del Señor está sobre mí; por esto me ha consagrado con la unción y me ha mandado a llevar a los pobres el alegre anuncio, a proclamar a los prisioneros la liberación y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor” (Lucas, 4, 18-19).
Por tanto, se subraya que “no es voluntad de Dios para los seres humanos, soportar el sufrimiento y la opresión, en especial por mano de los hombres” y por esto, concluyen los prelados, “queremos llevar un mensaje de esperanza y de ánimo a todas las personas de buena voluntad”.
Cualquiera que sea el resultado del referéndum, especifican los obispos, las personas en el poder están llamadas a cambiar su mentalidad y a esforzarse por la pacífica convivencia entre las diversas etnias.
En el caso de resultado no favorable a la independencia de Sudán del Sur, puntualizan los obispos, “exhortamos a todas las personas en el poder a cambiar sus corazones y a garantizar una unidad que incluya a todos, en una justa, libre y abierta sociedad, donde la dignidad humana de cada ciudadano se salvaguarde y respete”.
Por el contrario, en caso de resultado favorable a la independencia, afirman, “consideramos que sea un deber para las personas en el poder asegurar amigables relaciones con el norte del país y una fácil y pacífica transición”.
En especial, se afirma la necesidad de que las autoridades del norte de Sudán “respeten la libertad y los derechos humanos, incluída la libertad de religión de todos los ciudadanos” y que las del sur “tutelen los derechos” de las personas de las otras regiones”.
Benedicto XVI, en el discurso a los obispos de Sudán, en visita ad limina apostolorum, de 13 de marzo de 2010, puso de relieve que “si la paz significa poner raíces profundas, hay que realizar esfuerzos comunes para disminuir los factores que contribuyen a los conflictos, en especial la corrupción, las tensiones étnicas, la indiferencia y el egoísmo”.
Por Nieves San Martín