Emigrar no es pecado

Entrevista con monseñor Anthony Taylor, obispo de Little Rock en Arkansas

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LITTLE ROCK, lunes 30 de agosto de 2010 (ZENIT.org).-La sociedad estadounidense está polarizada en lo que respecta a la legalización de los inmigrantes indocumentados, que en la práctica lleva casi 25 años de retraso desde la última «amnistía» de 1986. ZENIT conversó sobre este argumento con monseñor Anthony Taylor, obispo de Little Rock en Arkansas, diócesis con cerca del 90% de indocumentados entre la población hispana.

¿Cómo califica la reciente propuesta de algunos senadores republicanos de revisar la enmienda 14 de la Constitución que otorga la ciudadanía a todo aquel nacido en territorio estadounidense?

–Monseñor Anthony Taylor: Es una propuesta descabellada motivada por miedo y odio, pero con muy poca posibilidad de ser aprobada porque, como dijo un asesor del Partido Republicano en declaraciones a la prensa: «Una reforma constitucional requiere supermayorías en el Congreso, la aprobación del presidente y la ratificación por tres cuartos de los estados.»

–Usted hizo un llamado a la sociedad norteamericana a que responda a su tradición de buenos ciudadanos y que acojan a los inmigrantes. ¿Por qué estamos ante esta situación?

–Monseñor Anthony Taylor: Creo que es por temor a sentirse desplazados. Hay miedo a lo que es diferente y muchos se aferran porque su país está cambiando, se está haciendo menos anglosajón, menos protestante y está surgiendo una sociedad más diversa, inclusiva y más variada en la cultura.

–Hace unos años, se firmó en Oklahoma una carta en que los representantes de la Iglesia llamaron a la «desobediencia civil». Ahora que aparecen otras leyes anti-inmigrantes como la de Arizona, ¿reitera usted este llamado?

–Monseñor Anthony Taylor: Sí. Invocamos a la gente a que no se puede obedecer una ley injusta. Y la Iglesia dijo muy claramente entonces que es un pecado obedecer una ley injusta.

–¿Por qué es injusta esta ley?

–Monseñor Anthony Taylor: Toda persona tiene el derecho de proveerse de lo necesario para su familia. Si no puede hacerlo en su lugar, puede migrar al interior o sino a otro país. Este es un derecho que Dios nos otorga y no viene de ningun estado. El Estado puede aprobar leyes para favorecer estos procesos de inmigración y a la vez proteger los intereses legítimos del pais de recepción. Pero no tiene el derecho de quitarle a uno el derecho de migrar si es la única forma de proveer para su familia. Y las leyes actuales de inmigración de los Estados Unidos tienen ese fin: impedir la inmigración y no facilitar la llegada y la adaptación de la gente que viene.

–¿Estar de ilegal en Estados Unidos es un pecado?

–Monseñor Anthony Taylor: No, más bien es un pecado estructural de la sociedad perpretado en contra de ellos. No es pecado para quien ejerce su derecho humano de proveerse de lo necesario. Hoy la gente se siente rechazada y despreciada; aunque sin odio, pero sí con tristeza y decepción.

–¿No hay facilidades para la llegada de inmigrantes a Estados Unidos?

–Monseñor Anthony Taylor: Es que hay un límite máximo que se otorga a cada país (México tiene el mismo límite que Luxemburgo o Liechtenstein que son pequeños). Si algún pobre quiere migrar de México no lo puede hacer porque todas las visas están comprometidas en reunificación familiar. Y peor aún, los que se reunifican tardan 16 ó 17 años para ser procesados. Esto tiene el propósito de impedir la inmigración. Sin embargo, igual van a venir 500.000 personas por año de México. Lo nefasto en esto es que algunas de las industrias del país están muy conformes, porque así pueden aprovecharse de los migrantes indocumentados, pagarles menos, explotarlos…

–¿El Senado no es consciente de esto? ¿Sabe usted si hay voluntad de modificar algo?

–Monseñor Anthony Taylor: He hablado con los dos senadores (una demócrata y un republicano) de Arkansas y están conscientes de hacer una reforma migratoria, pero no quieren sacrificar su futuro en el intento. Actualmente en las campañas se usa el miedo para motivar a ir a las urnas y votar en contra de algún político que no defienda la frontera suficientemente. El problema que tiene el público al decidir por quién votar es que siempre tenemos que analizar todo el conjunto de propuestas, incluyendo el aborto, el matrimonio homosexual, etc. La Iglesia no apoya a ningún partido.

–Algunos políticos y periodistas critican que la Iglesia apoye la reforma sólo para incrementar el número de católicos…

–Monseñor Anthony Taylor: La Iglesia busca lo que es justo sin importar la religión. Hemos apoyado mucho la lucha de los afroamericanos, a pesar de que poquísimos fueron católicos. Es falso también que lo hagamos por el aporte económico, pues ante situaciones muy difíciles en que se vive en sus países, ellos apoyan a sus familias enviándoles remesas.

–¿Cuáles son las cifras actuales de inmigración?

–Monseñor Anthony Taylor: Difícil saberlo. Se dice que son 12 millones de hispanos sin documentos. El 60% se queda cuando se le vence la visa y el resto entró por la frontera sin autorización. En Arkansas antes no habían muchos y se cree que más del 90% de los inmigrantes hispanos llegan sin documentos.

–En una reciente reunión regional de obispos mexicanos y norteamericanos se dice que no hay mejoras, e incluso se advirtió años atrás de que la política de fronteras habría fracasado…

–Monseñor Anthony Taylor: Yo he dicho en dichas sesiones que la frontera entre Estados Unidos y México es la más larga (y de hecho también la única) entre un país del primer y del tercer mundo y que es imposible cerrarla. El mejor modo de darle seguridad al país será teniendo leyes migratorias que la gente pueda cumplirlas.

–¿Qué propuesta ha presentado la Iglesia para comenzar?

–Monseñor Anthony Taylor: Como hicimos en la amnistía de 1986, muchas de las parroquias se organizaron para ayudar a la gente a juntar los papeles y así comprobar su estancia en el país. Se les ayudó con los formularios, porque aún cuando estaban escritas en español, muchos eran medio anafalbetos y no pudieron llenarlos. Esa vez, la amnistía alcanzó a 3 millones y lo pudimos hacer desde el nivel parroquial.

–¿Debe haber otra amnistía?

–Monseñor Anthony Taylor: Mi opinión personal es que la palabra «amnistía» no es la adecuada, porque esto presume que la persona ha hecho algo malo y lo estamos perdonando. Y no es así. Los que buscaron un futuro para su familia han hecho algo bueno y lo malo fueron las leyes injustas. Debemos dar acogida a la gente y hasta pedirles perdón por lo que han sufrido, aunque ésta no será la actitud del país…

–¿Los políticos han ofrecido a la Iglesia hacer algo en el siguiente año?

–Monseñor Anthony Taylor: No sé si los políticos vayan a hacer algo el siguiente año, pero sea así o no, lo que va a pasar es que la gente seguirá viniendo. Y aquellos nacidos aquí no van a olvidar cómo fueron tratados sus padres y esto va a influir mucho en el futuro de la politica del país; veo que habrá resentimiento. Es lamentable que los políticos no buscan el largo plazo por el bien del país, tal como se pudo ver en la política de salud, la economía y ahora en la inmigración…

–Finalmente, ¿qué grado de esperanza tiene usted en una reforma migratoria?

–Monseñor Anthony Taylor: Eventualmente lo creo, pero en este año lo dudo. Vienen las elecciones de noviembre y es difícil que hagan algo. Un factor a tener en cuenta es que algunos quieren que el presidente actual fracase, como intentaron con la reforma de salud. Así no tengan opinión sobre el tema, quieren hacerlo fracasar por consigna.

Por José Antonio Varela Vidal

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ZENIT Staff

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