ALMERÍA, lunes, 24 enero 2011 (ZENIT.org).- El obispo de Almería Adolfo González Montes, presidente de la Comisión de Relaciones Inteconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, dirigió este sábado 22 de enero una carta a los diocesanos explicando en qué punto están las relaciones de la Iglesia católica con otras Iglesias cristianas, titulada “El pulso del diálogo ecuménico”.
Monseñor González Montes cursó estudios doctorales en Teología en la Universidad de Tubinga, Alemania, especializándose en Teología protestante. Doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, hizo estudios de doctorado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid.
Experto en teología e historia del ecumenismo, fue director del Centro de Estudios Orientales y Ecuménicos Juan XXIII de la Universidad Pontificia de Salamanca, y director de la revista Diálogo Ecuménico. Dio un gran impulso a la Bibliotheca Oecumenica Salmanticensis. Fue nombrado por Juan Pablo II consultor del Pontificio Consejo para la Unidad. Miembro de la Societas Oecumenica Europea y, de 1994 a 1997, miembro del comité organizador de la II Asamblea Ecuménica Europea de Iglesias de Graz, Austria, de 1997.
Recordando que nos encontramos en el Octavario de oración por la unidad de los cristianos, monseñor González Montes toma el pulso al diálogo entre las confesiones cristianas. Señala que este balance “ayuda a no perder la fe en el ecumenismo cristiano como instrumento precioso que el Espíritu Santo alienta y sostiene en nuestro camino hacia la plena comunión entre las Iglesias cristianas”.
“En la marcha hacia la unidad visible de la Iglesia –subraya–, las dificultades, ciertamente, no son pocas, pero se avanza y los logros son muchos”.
El pasado 5 de junio, recuerda, cumplía 50 años el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, creado por Juan XXIII como Secretariado. El octavario de oración por la unidad, señala, “propicia la reflexión y el examen del camino recorrido por el ecumenismo”.
“¿Se avanza en la reconstrucción de la unidad visible de la Iglesia?”, se pregunta el obispo. Y responde recordando que Benedicto XVI decía el 18 de noviembre de 2010, en la plenaria del dicasterio, que “su creación constituyó una piedra miliar, porque el compromiso ecuménico es central para la Iglesia, y contra todo pesimismo afirmaba que el camino recorrido es mucho”.
Monseñor González Montes pasa revista al ecumenismo teológico. “Llaman la atención los logros del diálogo católico-ortodoxo, a pesar de las dificultades que surgieron con la reunificación de Europa, que devolvió a la libertad a los católicos orientales reprimidos por el totalitarismo político”, explica.
Superada la crisis con la que acabó la primera etapa de diálogo, la Comisión internacional afrontó en 2006 la cuestión de las consecuencias eclesiológicas y canónicas de la naturaleza sacramental de la Iglesia. El documento de Rávena, aprobado en 2007, en la décima plenaria de la comisión, permitiría tratar en Pafos en 2009, la cuestión del Obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio.
“La regularidad de las visitas recíprocas de las delegaciones de Constantinopla por la fiesta de san Pedro y san Pablo, y de Roma por la fiesta de san Andrés, testimonia el buen clima y los avances, lentos pero reales, en el diálogo”, subraya monseñor González Montes.
En cuanto al diálogo anglicano-católico, la creación del Ordinariato católico, en sus primeros pasos, el obispo almeriense señala que el temor a que se convirtiera “en piedra de tropiezo para el diálogo se ha disipado, si bien no dejan de inquietar a la Comunión anglicana los efectos que puedan resultar de la marcha de obispos, sacerdotes y fieles”.
“Lo importante –subraya- es que el diálogo sigue su programa tras cuarenta años que han protagonizado la Comisión teológica internacional en sus tres ediciones (ARCIC) y la Comisión para la Unidad y la Misión (IARCUM)”.
Con la firma de la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la Justificación”, Augsburgo 1999, el diálogo católico-luterano “echó los fundamentos para una aproximación conjunta al lugar de la Iglesia en la obra de la redención”, declara.
El logro más reciente de la Comisión católico-luterana, subraya, ha sido el documento “La apostolicidad de la Iglesia”, 2007, que examina el ministerio ordenado como garantía de la apostolicidad de la Iglesia.
“La Iglesia se ha convertido también en el principal tema del diálogo católico con otras grandes comuniones, porque la concepción teológica de la Iglesia constituyó el objeto del debate histórico de los reformadores con el catolicismo. La Iglesia ha sido objeto de amplia reflexión en las comisiones de diálogo de reformados y metodistas con la Iglesia católica”, explica el prelado.
Alude también al Grupo mixto de trabajo de la Iglesia Católica y Consejo Ecuménico de las Iglesias, cuya Octava Relación, 2005, acota seis años del diálogo y la colaboración, con atención a los medios de estudio conjunto y colaboración.
En este aspecto, “destacan los resultados de la reflexión sobre las implicaciones eclesiológicas y ecuménicas del bautismo común, la naturaleza del diálogo ecuménico, los consejos nacionales y regionales de Iglesias, algunas cuestiones relativas a la antropología teológica y los matrimonios mixtos, el diálogo interreligioso y la diaconía de la Iglesia y su servicio aportación al desarrollo”, señala monseñor González Montes.
“Como se puede ver –concluye–, el ecumenismo entre la Iglesia Católica y las Iglesias cristianas es una realidad viva y el secreto de su éxito es la oración. Primero la de Cristo, que no puede dejar de tener la respuesta del Padre; y con él ora la Iglesia y, en ella, oramos nosotros: “Concédenos, Padre, la conciencia de que Cristo tu Hijo es la causa de nuestra vida común. Amén”.