ROMA, jueves 27 de enero de 2011 (ZENIT.org).- “Un derecho humano fundamental que es más que un derecho humano, tanto que, de cualquier manera, da fundamento a todos los demás”.
Así definió la libertad religiosa ofrecida por el cardenal monseñor Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz, en el encuentro realizado en Roma el pasado día 21 de enero, por iniciativa del Instituto de derecho internacional de la paz “Giuseppe Toniolo” y la Acción católica italiana.
“Providencial” definió el cardenal Turkson la invitación del Instituto “Toniolo” a presentar el mensaje pontificio para la Jornada Mundial de la Paz 2011 “Libertad religiosa, a través de la paz”.
Coincide con la próxima beatificación de Giuseppe Toniolo, sociólogo y economista de fama internacional, creador de las Semanas Sociales de los católicos italianos, cabeza de la Acción Católica en los primeros años del siglo XX y entre los artífices del ingreso de los políticos en la vida política y social italiana.
“La alegría del Instituto y de la Acción Católica- afirmó el presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz- la comparten todos aquellos que se esfuerzan por trabajar por la justicia y por la paz en la construcción del bien común”.
“La libertad religiosa- explicó Turkson- constituye el tema del Mensaje del 2011, no sólo porque este argumento está en el centro de la doctrina social de la Iglesia, sino que también es una vocación fundamental del hombre, un derecho humano inalienable y universal y clave para la paz- continua siendo víctima de amenazas”.
Entre las amenazas más comunes “la secularización agresiva, intolerante a Dios y a toda forma de expresión de la religión”, “el fundamentalismo religioso y la politización de la religión”, pero también, “el nacimiento de un relativismo cultural y religioso por el que la misma globalización, que aumenta una mayor movilidad de las personas y el enfrentamiento entre culturas, es manipulada para obtener el efecto contrario de empobrecer la cultura humana y suscitar la intolerancia, rechazo y negación del derecho de libertad religiosa”.
A todo esto se añade la persecución verdadera a los creyentes: “En el informe reciente de la asociación “Ayuda a la Iglesia Necesitada- recordó Turkson- se evidencia que el 70% de la población mundial sufre de limitaciones de la libertad religiosa, dejando de lado la religión a la que pertenece, a pesar de que actualmente los cristianos resultan ser los más perseguidos con diferencia”.
Desde hace más de un año “en muchas partes del mundo- Iraq, India, Pakistán, Malasia, Filipinas, Nigeria- seguimos las noticias de violencia y discriminación contra los cristianos, hasta el sanguinario atentado que entre la noche del 31 de diciembre y el 1 de enero pasado provocó la muerte de 23 cristianos coptos en Alejandría (Egipto)”.
Frente a todo esto, “la libertad religiosa es el camino para la paz porque exprime la capacidad y el deseo de toda persona de buscar la realización completa de sí misma abriéndose a Dios y a los demás”, explicando que, “la búsqueda de un significado en la vida y de un descubrimiento de los valores y principios que dotan a la vida, sola o en comunidad, de sentido”.
Dado este carácter primario “la libertad religiosa si bien no está creada por el estado, debe estar reconocida por este, como algo intrínseco a la persona humana y a sus manifestaciones públicas y comunitarias”. Al mismo tiempo no se trata de un “derecho ilimitado y no debemos abusar de ella para fines que no sean los de la paz”.
Desde esta perspectiva es esencial el diálogo entre religiones reconocido como “medio por el que los diversos sujetos pueden articular el propio punto de vista y construir un consenso en torno a la verdad respecto a valores o a objetivos particulares”. El mismo objetivo “puede inspirar un diálogo activo entre el libre ejercicio de la propia religión y los no creyentes, entre fe y razón”.
“El diálogo- reiteró a ZENIT el presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz, comentando también las recientes declaraciones de la Academia Al Azhar del Cairo de suspender el diálogo con el Vaticano tras las afirmaciones del Papa sobre la persecución de los no musulmanes en Medio Oriente, las cuales fueron consideradas como una “interferencia inaceptable”- es un deber para el cristiano, que nace de la fe en Dios que nos ha hecho hermanos y esto no esta vinculado a la reciprocidad”.
Del mismo modo “los llamamientos de la Iglesia a la libertad religiosa no se fundamentan en una sencilla petición de reciprocidad de parte de una comunidad de creyentes dispuesta a respetar los derechos de los miembros de otra comunidad, con la condición de que esta última sea respetuosa con los derechos de los propios miembros”.
“Respetamos los derechos de los otros – afirmó Turkson- porque es hacer lo justo, no a cambio de un trato equivalente o por un favor recibido”. Así como “cuando los demás sufren persecuciones a causa de su fe y práctica religiosa, les ofrecemos nuestra compasión y nuestra solidaridad”.
“Los cristianos- concluyó el presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz- no pueden dejar de ser los defensores de la libertad religiosa en aquellas zonas del mundo donde son mayoría, ni dejar de invocarla en todos los contextos en los que están, en cambio, en situación minoritaria”.
Por Chiara Santomiero. Traducción del italiano por Carmen Álvarez