ROMA, jueves 27 de enero de 2011 (ZENIT.org).- La pastoral universitaria supone un aspecto decisivo de la pastoral general de la Iglesia y debe ayudar a formar a los verdaderos protagonistas de la sociedad.
Así lo manifiestan las primeras intervenciones pronunciadas durante el Congreso europeo sobre pastoral universitaria, organizado por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) en Münich (Alemania) desde hoy hasta el próximo domingo 30 de enero.
En su saludo inicial, el moderador Duarte da Cunha, secretario general del CCEE, subrayó que la pastoral universitaria “es un punto fundamental de la pastoral de la Iglesia”: “no sólo porque ofrece la posibilidad de acompañar a los estudiantes en una fase decisiva de su vida en los que se solidifican muchos aspectos de la personalidad, sino también por esa particular convicción de la Iglesia según la cual la ciencia, el arte y la cultura en general son un campo privilegiado para sembrar el Evangelio”.
“Necesitamos llevar a nuestro tiempo una reflexión sobre el hombre y sobre las diversas dimensiones de la vida abierta a la Verdad y apoyada en la Caridad, y la Universidad es sin duda un lugar particularmente adecuado a esta tarea”, añadió.
El sacerdote recordó por tanto que durante los trabajos se visitará un monumento y se verá una película sobre la experiencia de la Rosa Blanca, un grupo de jóvenes estudiantes alemanes que desafiaron al régimen nazi decidiendo “con valor, pagándolo con la vida, actuar utilizando la razón abierta a la verdad, sabiéndose sostenidos por la fe”.
“La Rosa Blanca es un símbolo, y no el único de la historia reciente, que muestra cómo la Universidad puede ser un lugar donde una persona aprende verdaderamente a ser protagonista de su vida y a contribuir al bien de todos”, afirmó el padre da Cunha, observando cómo esta experiencia permite tomar ideas para entender la misión de la Iglesia en la Universidad hoy.
“Se trata de generar gente comprometida y no resignada, gente que está unida y que a través de la amistad refuerza su conciencia de la vida y el valor de hacer grandes cosas, una compañía que despierta en cada uno el deseo de cambio contrariando lo que los diversos poderes buscan cuando quieren personas sin grandes deseos de cambio, automáticos y mecánicos”, observó.
Serán “personas que rezan y que comprenden cómo la fe tiene que ver con todo en la vida y por tanto también con la ciencia y con la política”, personas que “aprenden a mirar con inteligencia y con el corazón la realidad según la totalidad de los factores que la constituyen”.
Serán también “personas alegres cuya pasión por la vida será signo de su fe e invitación a todos para abrirse a la Verdad y a la Bondad de Dios”, concluyó augurando que el Congreso represente “un empuje hacia la formación de verdaderos protagonistas en la vida de la sociedad”.
El ejemplo de Newman
El arzobispo de Westminster (Gran Bretaña), monseñor Vincent Nichols, presidente de la Commisión de la CCEE para Catequesis, Escuela y Universidad, intervino sobre el tema “Newman y la Universidad: perspectivas para el futuro de Europa”, recordando las enseñanzas del cardenal John Henry Newman, beatificado por Benedicto XVI durante su viaje al Reino Unido.
Tutor en el Oriel College de Oxford, Newman fue después invitado por el arzobispo de Armagh, Paul Cullen, a poner en marcha en 1851 una universidad católica en Dublín – la actual University College –, convirtiéndose en el primer rector.
Ante este encargo, Newman escribió una serie de lecciones en las que expresó sus ideas sobre la instrucción universitaria, que constituyen el corazón de su libro “La idea de universidad”.
Para Newman, eran fundamentales para la instrucción universitaria el estudio de los clásicos, la filosofía y la teología, pero sobre todo “el principio de cultivar una mente holística, abierta al más amplio cuerpo de conocimiento y unida a la visión integrada de la humanidad en su relación con Dios”.
“El principio en la base de su visión puede quizás describirse como ‘la Verdad que unifica’”, afirmó monseñor Nichols. “Estaba muy preocupado por la fragmentación de la instrucción universitaria, entendiendo no la proliferación de las disciplinas, sino la ausencia de un principio integrador”.
Para Newman, “el verdadero objetivo de la instrucción era impartir la capacidad de alcanzar una comprendión unida a la realidad”, lo que llamaba “intelecto imperial”.
Las ideas de Newman, afirmó el arzobispo de Westminster, fueron retomatas tanto por Juan Pablo II como por Benedicto XVI, vista “la alta consideración” de ambos hacia el nuevo beato.
Recordando la visita británica del Papa Ratzinger y los discursos que el Pontífice pronunció en aquellos días, monseñor Nichols subrayó que “si la unión de fe y razón es fundamental para el bienestar de nuestra sociedad, entonces es justo pensar que sea igualmente fundamental para el bienestar de la universidad”.
“Nuestras universidades ¿pueden comprenderse a sí mismas como al servicio de la verdad, inflamadas por la convicción de que la razón, entendida como capacidad de cada ser humano de trascender lo empírico, puede llevarnos adelante no sólo en la búsqueda de la verdad, sino también en nuestra respuesta a esa verdad en el amor?”, preguntó.
Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez