CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 marzo 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI exigió este domingo a los «organismos internacionales» y a todas las partes implicadas a retomar el diálogo en Libia y, en general, en las crisis que tienen lugar en Oriente Medio, para suspender «el uso de las armas».
Al concluir este domingo la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, el pontífice pidió privilegiar «la búsqueda de una convivencia justa y fraterna».
En su intervención más amplia sobre este conflicto, desde que el 19 de marzo comenzaran las operaciones armadas de la coalición internacional contra objetivos militares del régimen libio, el papa confesó que en estos momentos «crece mi trepidación por la incolumidad y la seguridad de la población civil y mi inquietud por la evolución de la situación, actualmente marcada por el uso de las armas».
Según el obispo de Roma, «en los momentos de mayor tensión se hace más urgente la exigencia de recurrir a todos los medios a disposición de la acción diplomática y apoyar toda señal por más débil que sea de apertura y de voluntad de reconciliación entre todas las partes involucradas en la búsqueda de soluciones pacíficas y duraderas».
El papa aseguró sus oraciones «por la vuelta a la concordia en Libia y en toda la región norteafricana» y dirigió «un apremiante llamamiento a los organismos internacionales y a cuantos tienen responsabilidades políticas y militares a favor del inmediato inicio de un diálogo, que suspenda el uso de las armas».
Por último, Benedicto XVI se dirigió «a las autoridades y a los ciudadanos de Oriente Medio, donde en días pasados se han registrado casos de violencia, para que también allí se privilegie el camino del diálogo y de la reconciliación en la búsqueda de una convivencia justa y fraterna».
Preocupación por la población
Es la segunda vez en la que el Papa eleva su voz para promover la paz en Libia. El 20 de marzo pasado hizo un llamamiento a los responsables políticos y militares «para que den prioridad, ante todo, a la incolumidad y la seguridad de los ciudadanos y garanticen el acceso a los socorros humanitarios».
El Santo Padre aseguró a la población de Libia «mi cercanía conmovida, mientras pido a Dios que un horizonte de paz y de concordia surja lo antes posible en Libia y en toda la región del norte de África».