CASTEL GANDOLFO, viernes 2 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Es necesario volver a proponer los valores cristianos en el mundo del trabajo. Lo afirmó el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, en un encuentro de Asociaciones cristianas de trabajadores italianos (ACLI) que se está celebrando estos días en Castel Gandolfo.
El purpurado habló en su intervención de participación y de responsabilidad. La incertidumbre del trabajo y sus condiciones, provocada por la crisis económica, lleva a dificultades personales y sociales graves.
Por tanto, “la dignidad de la persona y las exigencias de la justicia – afirmó el cardenal Bertone, comentando la encíclica Caritas in veritate – requieren con renovada urgencia que se siga persiguiendo como prioridad el acceso al trabajo y su mantenimiento para todos”.
“El bien común, la fraternidad, el compartir – afirmó el purpurado – pertenecen todos a esta dimensión profunda del ser y del hombre, que da sentido también al trabajo, como a toda la sociedad”.
Se trata de hecho de “valores éticos que inducen a hacerse cargo del otro visto en todas sus dimensiones: como persona en la justicia, como conciudadano en la participación, como diverso en el diálogo, como pobre en la solidaridad y como hermano en la comunión”.
De aquí brota la necesidad de una “forma concreta y profunda de democracia económica”, de la que se habla en la Caritas in veritate. “La solidaridad – advirtió el secretario de Estado vaticano – es ante todo sentirse todos responsables de todos, y por tanto no puede ser delegada sólo al Estado”. Sobre este fundamento se basa el “compromiso del Magisterio y de toda la Iglesia por una ‘civilización de la economía’, tal y como es denominada por la encíclica de Benedicto XVI, en contraposición con la fuerte tendencia especulativa”.
“Una economía civilizada – subrayó – no puede descuidar el valor social de la empresa y la correspondiente responsabilidad hacia las familias de los trabajadores, de la sociedad y del medio ambiente”. Los derechos sociales, de hecho, “son parte integrante de la democracia sustancial y el compromiso de respetarlos no puede depender meramente de cómo van las bolsas y el mercado”.
Pero este compromiso, recordó, “requiere una fuerte rectitud moral, fundada a su vez sobre una relación constante y y fuerte con Dios”, es decir, requiere “atención a la vida espiritual, confianza en la Providencia, renuncia a sí mismos, acogida del prójimo”.
Una llamada y una invitación al compromiso que recogieron los presentes por boca del presidente del ACLI, Andrea Olivero, quien respondió al cardenal afirmando el empeño de su institución “en formar una nueva generación de católicos comprometidos en evangelizar el mundo del trabajo, de la economía, de la política”.
“Como laicos, estamos dispuestos a asumir nuestros riesgos, a salir al encuentro también de posibles e inevitables errores. Pero no queremos echarnos atrás. No presumimos de tener las respuestas adecuadas para tantos y tan graves problemas que afectan al mundo del trabajo, pero sí de tener la convicción de que los valores del Evangelio pueden iluminar y guiar nuestros pasos en el discernimiento”.
“Trabajar por la paz, la justicia, actuar para dar un buen trabajo a los jóvenes y esperanza de una vida digna para todos – concluyó Olivero – nos coloca en fronteras difíciles. Pero este es el desafío del cristiano”.
Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez