CASTEL GANDOLFO, viernes 9 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Si se quiere hacer prosperar la sociedad, es necesario que ésta tenga valores sólidos básicos, empezando por la defensa de la vida y de la familia y por la solidaridad con los pobres y los que sufren.
Lo recordó el Papa Benedicto XVI hoy viernes por la mañana, al recibir las Cartas Credenciales que acreditan a Nigel Marcus Baker como nuevo embajador de Gran Bretaña ante la Santa Sede.
El Papa comenzó su discurso recordando su visita en Gran Bretaña en septiembre del año pasado, definiéndola como “una ocasión única” y dando las gracias al pueblo británico “por la calurosa acogida” que le reservó.
Subrayando que “un motivo particular” de su visita era la beatificación del cardenal John Henry Newman, se dijo “convencido de la importancia de las ideas de Newman con respecto a la sociedad, al Reino Unido y a Occidente en general, que se enfrentan hoy a los retos que él identificó con una claridad profética destacable”.
Recordando los desórdenes producidos hace unas semanas en Gran Bretaña, el Pontífice explicó que “cuando las políticas no fomentan o promueven valores objetivos, el resultado moral es el relativismo, en lugar de conducir a una sociedad libre, justa y comprensiva, tiende, sin embargo, a producir frustración, desesperación, egoísmo y la indiferencia por la vida y la libertad de los demás”.
“Aprovecho esta oportunidad para animar a todos los que acudirían a la violencia para solventar sus agravios a buscar el diálogo con sus vecinos para encontrar la paz y la prosperidad de toda la comunidad”, añadió.
Igualmente, alabó el esfuerzo de “buscarlos medios para mantener la excelencia en la educación, promover la cohesión social y la estabilidad económica, analizando los medios para favorecer el empleo a largo plazo y repartiendo la riqueza de forma más justa en toda la sociedad”.
“La promoción activa de los valores esenciales en una sociedad sana, a través de la defensa de la vida y de la familia, la educación moral de los jóvenes y una relación fraternal con los pobres y los débiles, sin duda ayudará a reconstruir de forma positiva el sentido del deber, en la caridad hacia los amigos y extranjeros en la comunidad local”, afirmó.
Promover el desarrollo
El Pontífice aludió a la cooperación entre la Santa Sede y el Reino Unido en el sector del desarrollo, subrayando que éste, “a través de una asistencia bien dirigida, sigue siendo un objetivo valioso, ya que los pueblos de los países en vías de desarrollo son nuestros hermanos y hermanas, de igual valor y dignidad, y que merecen nuestro respeto en todos los sentidos”.
El desarrollo, afirmó, “también es un beneficio para los países donantes, no sólo por la creación de nuevos mercados económicos, también por la promoción del respeto mutuo, la solidaridad y por encima de todo la paz a través de la prosperidad de todos los pueblos del mundo”.
Por esto, como afirmó el año pasado en el Westminster Hall, “el desarrollo integral humano, y todo lo que implica, es una empresa que merece la atención del mundo y que no puede permitirse el fracaso”.
En este contexto, el Papa observó que la Santa Sede ha acogido con favor el reciente anuncio del Primer Ministro británico, David Cameron, “de garantizar un presupuesto de ayuda”.
Igualmente, invitó al embajador a “explorar medios para una mayor cooperación entre su Gobierno y las agencias de desarrollo y caridad de la Iglesia, especialmente las que tienen sede en Roma y en su país”.
En su discurso al Papa, recogido por L'Osservatore Romano, el diplomático subrayó tres temas en la base de la “constante y estrecha relación” entre la Santa Sede y el Reino Unido.
En primer lugar, observó, “dado que compartimos los mismos valores, debemos trabajar unidos para hacer frente a las amenazas a la existencia que este mundo debe afrntar, entre las cuales las dos más significativas son el cambio climático” - que definió como “la amenaza más grande en que se encuentra la humanidad hoy” - y la proliferación de las armas”.
En segundo lugar, prosiguió, “necesitamos reunirnos para alentar el diálogo entre las creencias, promoviendo paz y comprensión”, lo que “significa sobre todo trabajar por la libertad de religión, libertad de expresión y libertad respecto a la violencia donde esas no existan o estén amenazadas”.
El tercer elemento subrayado es la necesidad de “trabajar unidos para combatir la pobreza y las amenazas, con una atención particular a los más desfavorecidos y a los más vulnerables”.
“La Santa Sede y el Reino Unido han colaborado estrechamente en los últimos años por un desarrollo tangible, promoviendo por ejemplo la reducción de la deuda, el comercio justo y la financiación al desarrollo”, concluyó.