MAGNANO, miércoles 7 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI ha hecho llegar, mediante un telegrama del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, su bendición al congreso de espiritualidad ortodoxa que se ha inaugurado hoy en el monasterio de Bose.
El encuentro, sobre el tema “La Palabra de Dios en la vida espiritual”, se está celebrando desde hoy hasta el 10 de septiembre en el Monasterio, situado en el norte de Italia.
En el telegrama, el Papa augura que el Congreso pueda suscitar “un renovado compromiso de comunión espiritual y testimonio evangélico”, “bebiendo se la riqueza de la Sagrada Escritura, tan querida en Oriente como en Occidente”, informa Radio Vaticano.
El objetivo del encuentro es el de poner de relieve la unidad esencial entre Sagrada Escritura, exégesis y vida espiritual.
Por otro lado, el Patriarca de Constantinopla Bartolomé I, en el mensaje que envió a los participantes, subrayó que la Palabra de Dios “es verdaderamente crucial en la lucha espiritual, en la medida en que allana el camino para el enternecimiento y el arrepentimiento del corazón”.
Su augurio es que “encontremos la Palabra viva de Dios, de modo que ésta – versículo tras versículo y gota a gota – pueda transformar enteramente nuestras vidas en células vivientes del Cuerpo de Cristo”.
Por su parte, el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias Kiril I, recordó que la Iglesia “vive y respira de la Palabra de Dios no sólo porque la lectura del Antiguo y del Nuevo Testamento son elementos esenciales de la celebración litúrgica, sino porque también la propia oración está llena de la Palabra divina, que instruye para la salvación, que se obtiene por medio de la fe en Jesucristo”.
“Solo en el poder del Espíritu Santo la Escritura abre nuestra mente a la comprensión de las leyes celestes, cura el alma y renueva el corazón del hombre”, subrayó.
Los Congresos Ecuménicos, iniciados en 1993, se han convertido en “una experiencia de encuentro y escucha fraterna”, recuerda el Monasterio de Bose.
“Es precisamente el deseo de ponerse a la escucha del otro – primera condición del diálogo – la que mueve la intención de estos encuentros en la historia de la espiritualidad, que quieren ser un servicio ofrecido a todas las Iglesias, una ocasión de estudio y de encuentro recíproco, de atención a la riqueza espiritual de la Iglesia de Oriente”.
La participación de cristianos ortodoxos, católicos y reformados “delinea una deontología precisa del encuentro: que sea el otro el que se defina, que de testimonio de lo que le es más querido”.
Cada año, la publicación de las Actas de los congresos, a menudo traducidas a otras lenguas, “permite dar continuidad al deseo de encuentro y de conocimiento recíproco, ampliando al mismo tiempo el horizonte de cuantos sienten la importancia y la urgencia de un renovado acercamiento a las fuentes de la espiritualidad cristiana”.