ROMA, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Una delegación ortodoxa visitó el pasado viernes la ciudad italiana de Termoli, sobre el Adriático, para venerar las reliquias de san Timoteo y programas una visita de éstas a Rusia.
La comitiva estaba formada por el arzobispo de Elista (Cáucaso), Zósimo, por el obispo de Kemerovo, Aristarh, y por otro cinco eclesiásticos.
La delegación estuvo acompañada por monseñor Antonio Mennini, actual nuncio en Gran Bretaña, y durante muchos años, anterior nuncio en Rusia. Los prelados fueron acogidos por el obispo local, monseñor Gianfranco de Luca, junto con miembros de la curia diocesana.
“Los hermanos ortodoxos manifestaron querer venerar donde ellos las reliquias del discípulo predilecto del apóstol Pablo”, indicó el portavoz. “La propuesta es hacer llevar el cráneo de San Timoteo, durante la Cuaresma ortodoxa, por una delegación guiada por el obispo de Termoli”.
La idea es que “el propio arzobispo ortodoxo devuelva a Termoli la sagrada reliquia, participando en la fiesta que cada año se celebra para honrar al santo, con ocasión de la colocación de sus restos en la cripta de la Basílica catedral”.
Los obispos ortodoxos presentarán en los próximos días la propuesta al Patriarca de Moscú, que valorará lo que hay que hacer al respecto.
“La fe ortodoxa, muy inclinada a manifestar gran atención hacia las sagradas reliquias de los santos, fue amplia y ejemplarmente expresada por la delegación visitante, en particular cuando tuvo la posibilidad de encontrarse ante el cuerpo de san Timoteo, conservado en la correspondiente vitrina colocada en el ábside izquierdo de la catedral, y cuando el obispo presentó la pequeña urna de la cabeza de san Timoteo”, precisó.
Al final del encuentro, monseñor De Luca entregó a los obispos ortodoxos dos pequeñas reliquias de san Timoteo, mientras que los huéspedes entregaron al obispo local un icono y una reliquia de san Serafín.
Encontradas casualmente en 1945 en la cripta de la basílica catedral de Termoli durante los trabajos de restauración, las reliquias de san Timoteo, durante muchos siglos, fueron ocultadas para evitar robos. El lugar de la sepultura fue de tal modo mantenido en secreto que se perdieron las huellas de esta preciosa presencia, hasta el punto de que los propios habitantes de Termoli lo habían olvidado.
Conservadas en un pequeño nicho, fueron recubiertas con una losa de mármol, sobre la que se escribió con letras mayúsculas: “…. Aquí reposa el beato Timoteo discípulo del apóstol Pablo…”. el cráneo, en cambio, siempre se conservó en la capilla privada del episcopio de la ciudad. En la caja de madera de conservaba el cuerpo, de hecho, no se encontró el cráneo.
En la histórica visita del beato Juan Pablo II a Termoli del 19 de marzo de 1983, el Papa veneró con mucha devoción la sagrada reliquia, ante la cual se puso a rezar.
Las reliquias de san Timoteo fueron llevadas a Termoli, sostiene monseñor D’Agostino en una obra de 1977, “Termoli e la Diocesi”, por el conde Oliviero de Termoli a la vuelta de la cruzada, tras el asalto a la ciudad de Constantinopla. Tales noticias no se reflejan en documentos históricos, lo cierto es que en 1239 fueron escondidas en un nicho a noventa centímetros del suelo de la catedral, junto al muro exterior del ábside de la derecha.
No existen tampoco documentos que de forma explícita atestigüen la traslación desde Oriente a la ciudad adriática, pero nunca se ha puesto en tela de juicio. En 1947 el reverendo Ferrua, eminente experto de antigüedades cristianas, publicó en La Civiltà Cattolica el resultado de su estudio sobre el hallazgo, que concluía con un juicio positivo sobre su autenticidad, ya sostenida por la Comisión Histórica de la Sagrada Congregación de los Ritos, en un informe del 9 de enero del mismo año.