ROMA, martes 20 septiembre 2011 (ZENIT.org).- Las Obras Misionales Pontificias han hecho un esfuerzo notable en ayuda a la Iglesia en Argelia con el envío de 184.500 euros.
La Iglesia de Argelia no cuenta con muchos fieles, ni con grandes obras de educación o asistencia a los más necesitados, como en otras partes del continente africano, tampoco puede hacer manifestaciones públicas, dada la situación del país.
Pero, afirma Ompress, “es una Iglesia regada por la sangre de los mártires… las misioneras agustinas españolas asesinadas en la noche del 26 al 27 de marzo de 1996, los monjes de Tibhirine, del monasterio de Nuestra Señora del Atlas, recordados en la reciente película De Dioses y Hombres… y tantos otros”.
La Santa Sede y las Obras Misionales Pontificias han estado siempre cerca de esta Iglesia durante los últimos años, tanto por la oración y el apoyo a los misioneros como por la cooperación económica que hace posible la presencia testimonial de esta Iglesia en el Norte de África.
Este año, las Obras Misionales Pontificias han hecho llegar a las diócesis de Argelia 184.500 euros destinados, en su mayor parte, al sostenimiento de los pocos obispos, sacerdotes y religiosos, pero también a encuentros de oración y estudio interreligioso.
Ese es el objetivo, por ejemplo, del encuentro de oración que, a principios del próximo año y durante una semana reunirá a más de 150 estudiantes, al estilo de Taizé. “No se puede amar, y tampoco respetar, lo que no se conoce”, afirma Ompress.
La agencia de las Obras Misionales Pontificias recuerda al cardenal Charles Lavigerie, arzobispo de Argel a finales del siglo XIX y fundador de los Padres Blancos, quien afirmaba: “Amad a África por sus heridas ensangrentadas y por sus gritos de dolor, por sus grandes hombres y por sus santos”.
El 1 de enero de este año, una iglesia histórica en Argelia, Notre Dame d’Afrique, pudo reabrir sus puertas después de tres años de reformas.
La iglesia estuvo cerrada durante los años en los que el extremismo islámico sembró el terror en el país, que los argelinos llaman “la década negra”, aunque la estructura también fue muy dañada durante el terremoto de 2003.
Las obras costaron cinco millones de euros, donados por la Unión Europea, la ciudad de Marsella, los gobiernos francés argelino, y donantes privados.