FRIBURGO, domingo 25 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- El “sí” de María está dirigido a Dios, pero también a cada uno de los cristianos, a quienes Cristo entregó como madre en la cruz.
El Papa Benedicto XVI quiso reflexionar sobre la grandeza del “sí” de María que cada día se rememora en el rezo del Ángelus, durante la introducción a esta oración mariana, como es costumbre el domingo, con los fieles reunidos en la explanada del aeropuerto turístico de Friburgo (Alemania).
El Ángelus, explicó el Papa a los presentes, “nos recuerda siempre el comienzo histórico de nuestra salvación”.
“El arcángel Gabriel presenta a la Virgen María el plan de la salvación de Dios, según el cual Ella se convertiría en la Madre del Redentor. María se turbó ante estas palabras, pero el Ángel la consoló diciendo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. De esta forma, María pronuncia el gran ‘sí’”.
“Este ‘sí’ a ser sierva del Señor es la afirmación confiada al designio de Dios y a nuestra salvación.”, observó el Papa.
“María nos dice este «sí» a nosotros, que bajo la cruz fuimos confiados como hijos suyos. Nunca pone en duda esta promesa. Por eso se le llama feliz, más aún, bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que le había dicho el Señor”.
Recitando el Ángelus, indicó el Pontífice, “podemos unirnos al ‘sí’ de María y adherirnos con confianza a la belleza del plan de Dios y de la providencia que Él, en su gracia, nos ha reservado”.
De esta forma, “el amor de Dios se hará carne también en nuestra vida, tomará cada vez más forma”.
“En medio de todas nuestras preocupaciones, no debemos tener miedo”, corroboró Benedicto XVI. “Dios es bueno”.
“Al mismo tiempo, podemos sentirnos sostenidos por la compañía de tantos fieles de todo el mundo que ahora rezan el Angelus con nosotros”.
Tras el rezo del Ángelus, el Papa volvió al Seminario Arzobispal de Friburgo, donde almorzó con los miembros de la Conferencia Episcopal Alemana y del séquito papal.