ACANDÍ, martes 13 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- El párroco de Nuestra Señora del Carmen de Capurganá, Gualberto Oviedo Arrieta, fue asesinado de un machetazo en la cabeza en su domicilio de esta localidad rural del noroeste de Colombia.

La madrugada de este lunes, la Iglesia de Apartadó (diócesis a la que pertenece Capurganá) recibió la noticia con “mucha tristeza” y “con indignación”, informó su obispo, monseñor Luís Adriano Piedrahita.

Todavía se desconocen los móviles del asesinato de este sacerdote de 34 años entregado al servicio de los más pobres en la región de Urabá.

Monseñor Piedrahita se refirió a él como un “joven talentoso, inquieto, muy entregado a la capacitación personal para el beneficio de la diócesis”, y exhortó a las personas que cometieron este crimen a que se desarmen en el corazón.

El episcopado colombiano expresó, a través de un comunicado, “su profundo dolor y preocupación por este nuevo acto de violencia que enluta a la Iglesia católica y aflige profundamente al pueblo colombiano”.

Los obispos de las provincias eclesiásticas de Medellín y Santa Fe de Antioquía destacaron que este asesinato se suma a los “episodios lamentables de violencia en Colombia y enluta, de nuevo, a la Iglesia católica”.

En un comunicado publicado el lunes, manifestaron su “enérgico rechazo a todo atentado contra la vida humana, cuyo carácter sagrado continuamos proclamando en nuestro país”.

Mostraron su profunda tristeza al constatar que la vida de un sacerdote ha sido sesgada “precisamente dentro de la Semana por la Paz” (Cf. ZENIT 8 de septiembre de 2011).

Y expresaron su “profundo anhelo de que se establezca por fin un clima de paz y justicia en nuestra patria, fundado en el diálogo, la equidad, el respeto mutuo y, sobre todo, la obediencia a los mandamientos de Dios”.

Los obispos también pidieron para la familia del padre Gualberto “la fuerza y la esperanza que brotan de la resurrección del Señor”.

Gualberto Oviedo Arrieta había sido ordenado sacerdote hace dos años y acababa de cumplir un año como párroco de Nuestra Señora del Carmen en Capurganá.

Con su homicidio, asciende a seis el número de sacerdotes asesinados en Colombia en este año 2011, “una cifra altamente preocupante, que manifiesta el estado de violencia y de deterioro moral que vive nuestra sociedad” afirmó monseñor Juan Vicente Córdoba, secretario general del episcopado.

El prelado subrayó también “el valiente compromiso de nuestros presbíteros con la denuncia profética de las injusticias y con la causa de los más pobres del país”.

El 1 de septiembre, el párroco de la población de Marmato (Caldas) José Reinel Restrepo Idárraga fue asesinado en una vía cerca del municipio de Belén de Umbría, en el departamento de Risaralda, al oeste de Colombia.

El 12 de mayo, el sacerdote eudista Gustavo García, capellán de la Universidad Minuto de Dios, fue asesinado en Bogotá por un hombre durante un asalto para despojarlo de su teléfono móvil. 

En la noche del 12 de febrero, el sacerdote Luis Carlos Orozco Cardona fue asesinado en la población de Rionegro (Antioquia). 

El 27 de enero pasado fueron hallados en la localidad de Kennedy, en Bogotá, los cuerpos de los sacerdotes Rafael Reátiga Rojas (de la diócesis de Soacha) y Richard Armando Piffano Laguado (de la diócesis de Fontibón). 

Monseñor Juan Vicente Córdoba instó a las autoridades a brindar una eficaz protección a los agentes pastorales de la Iglesia. “Estos hechos de violencia deben ser investigados con rigor y sancionados con todo el peso de la ley, evitando que queden en la impunidad”, dijo.

Según cifras de la Conferencia Episcopal de Colombia, entre 1984 y septiembre de 2011, en el país han sido asesinados dos obispos, 79 sacerdotes, ocho religiosas y religiosos, y tres seminaristas.