QUERÉTARO, martes 6 de septiembre de 2011 (ZENIT.org – El Observador).- El pasado 1 de septiembre, con la presencia del presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), el arzobispo de Tlalnepantla, monseñor Carlos Aguiar Retes, fue inaugurado el nuevo campus del Centro de Investigación Social Avanzada (Cisav).
La inauguración de este centro de docencia e investigación arraigado en la doctrina de la Iglesia, único en su género en México, contó, también, con la presencia del obispo de Cuernavaca y presidente de la Comisión de Educación de la CEM, monseñor Alfonso Cortés, así como del obispo de Querétaro, monseñor Faustino Armendáriz Jiménez y del obispo emérito de Querétaro, principal motor del Cisav, monseñor Mario De Gasperín.
Partir de una amistad
El Cisav se concibe como una comunidad de investigadores, docentes y alumnos que desean servir a la sociedad “a través de la búsqueda apasionada de la verdad”. En su intervención, el director general del Cisav y miembro de la Academia Pontificia Pro Vita, Rodrigo Guerra López, dijo que el Cisav tiene la convicción de que “a partir de una amistad” es posible reeducar la mirada y la afectividad en la busca de construir una racionalidad rigurosa “y alentar a una realidad que, siempre, nos rebasa”.
Guerra López agradeció el apoyo que ha recibido de la Fundación Karol Wojtyla, cuyo secretario general es el empresario mexicano Patricio Slim Domit y cuyo presidente es, también, monseñor Aguiar Retes. Estuvieron presentes en la inauguración los miembros de la Fundación, así como los miembros del Consejo Consultivo del Cisav.
En su primera etapa, el Cisav ofrece un espacio de encuentro y de formación académica de alto nivel “para avanzar hacia las respuestas de las principales cuestiones que otorgan sentido a la existencia de la persona”. Su oferta de investigación se despliega en cuatro grandes campos: ciencias sociales y jurídicas, bioética, estudios de género y familia y filosofía.
Cimientos para el cambio de época
Durante su participación, monseñor Carlos Aguiar Retes señaló que el Cisav hace posible el diálogo entre la fe y la ciencia. “Este diálogo es importante hoy porque estamos viviendo un cambio de época. Hay una fractura y una crisis cultural que se define por el rompimiento del consenso de valores que orientan la conducta social”, dijo el prelado mexicano.
Más adelante señaló que en la transmisión de los valores “se ha fracturado el proceso desde decenios atrás; estamos en el núcleo del cambio de época: todos los sectores sociales pueden detectar la fractura cultural”. Y subrayó que “ésta es una crisis que afecta a todas las sociedades, sobre todo del mundo occidental”.
Cuando hay una crisis de esta naturaleza, dijo el arzobispo de Tlanepantla, “una generación ya no le puede pasar con facilidad a la siguiente los valores en los que cree: hay que explicarlos, hay que clarificarlos, sobre todo en lo que concierne a los valores cristianos. No son trasmisibles ya en automático. No nos basta acudir a la mera tradición. La tradición ya no es suficiente para explicar el por qué de los auténticos valores”.
“Por eso el Cisav es indispensable –señaló Aguiar Retes-- para poder dar razón de nuestros valores. Como Iglesia católica necesitamos la ayuda de expertos que nos den los elementos para decirle a la sociedad que la vida, por ejemplo, comienza en el seno de la madre, con la unión de un óvulo y un espermatozoide. No podemos decirles que la vida es un valor porque es sagrada. Esto es un valor para la fe católica. Necesitamos decirles que la ciencia lo ha descubierto”.
Hacia un diálogo real
Es ahí donde se puede entender el valor de una institución que nace del corazón de la Iglesia, que intenta servir a la persona en cada uno de sus programas, desde una solidez académica que pueda enfrentar temas-frontera a la altura de cualquiera otra institución secular y proponer el punto de vista cristiano sin arredrarse ni empequeñecerse, antes lo contrario: mostrando que fe y razón son las alas que tiene el espíritu humano para elevarse hacia la contemplación de la verdad.
Según se desprende de sus documentos fundacionales, el Cisav pretende aportar al diálogo real entre ciencias filosóficas, sociales, jurídicas, biomédicas y fe, pues “es urgente recomponer los vínculos entre estos diversos ámbitos del saber a través de un diálogo e intercambio constante que enriquezca las diversas perspectivas y las abra verdaderamente a la colaboración interdisciplinaria”.
Asimismo, se propone “formar personas con capacidad científica real y perspectiva cristiana, pues “vemos como necesaria la preparación y la educación de personas que no tengan miedo a participar en los debates públicos con rigor científico, y a influir en la sociedad inspirados en una visión cristiana del hombre y del mundo.
Finalmente, el Cisav se propone “aportar soluciones reales a una problemática real de perspectivas culturales en el siglo XXI: En el Centro creemos que hay razones para confiar en la razón y para creer que es posible construir un futuro mejor en la sociedad, en cualquier sociedad”.
De esta manera, el Cisav nace también como “una propuesta de Centro en el que se genere conocimiento con vistas a un desarrollo de la persona humana y en el que se construya una visión esperanzadora del ser humano”.