REGGIO CALABRIA, jueves 1 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– El sacerdote Giuseppe Campisano, conocido por su oposición a la “mafia” calabresa, la Ndrangheta, fue intimidado cuando el coche en el que viajaba recibió varios disparos la noche del 29 al 30 de agosto en la ciudad italiana de Calabria. Anteriormente había recibido ya amenazas telefónicas y cartas acompañadas de balas.

Su obispo, monseñor Giuseppe Fiorini Morosini, expresó públicamente su solidaridad con el sacerdote, párroco de San Roque del municipio de Gioiosa Ionica, y le invitó a proseguir su “ministerio precioso y apreciado de sacerdote dedicado a su misión religiosa y social”.

El obispo de Locri-Gerace condenó firmemente “el gesto intimidatorio, fruto de la cobardía de personas que no saben o no quieren afrontar los problemas a través de la confrontación y el diálogo cívico”.

Al mismo tiempo, invitó a “todos los habitantes de Locride, creyentes o no, a ampliar su conciencia cívica, que no puede ocultarse en un vil anonimato cuando hay que afrontar los problemas”.

Según el obispo, es necesario “reafirmar nuestro compromiso por la nueva evangelización en nuestro territorio y llamamos a todos los fieles a una mayor coherencia entre su fe y su vida, recordando que la fe no puede reducirse a una devoción exterior, sino que debe acoger la invitación de Cristo a poner en práctica su palabra”.

El padre Campisano reveló a Radio Vaticano que “el acontecimiento está relacionado con la fiesta de san Roque”, tras la decisión tomada por el obispo y el sacerdote de dar un “rostro religioso” a esta fiesta, hasta ahora “insignia de un paganismo absoluto”.

El sacerdote explicó que “la fiesta empieza a las nueve y media de la mañana y acaba unas doce horas más tarde, al anochecer, y ello es escandaloso por el ruido de los tambores y por el baile, sobre todo de los jóvenes, de todos los lugares de Locride”.

La fiesta de san Roque, que tiene mucho “nombre”, es objeto de una “forma de poder y de control precisamente por la circulación, por el flujo de dinero, porque la feria es enorme” y los mafiosos “pasan sistemáticamente por todos los tenderetes para la extorsión”, denunció.

También cree que el gesto de intimidación responde a las jornadas dedicadas a la legalidad organizadas delante de la iglesia: cuatro tardes que han tenido un gran éxito y en las que “el tono ha sido muy fuerte”.

Los disparos, precisó, tuvieron lugar a una hora en la que todavía hay mucha gente en la calle: “querían hacerse escuchar”.

Para el padre Campisano, Gioiosa Ionica se encuentra en “una zona gris, muy peligrosa” y tiene una “zona negra, clara, conocida por todos –conocemos los nombres y apellidos”, pero la “zona gris” es un “estilo de vida, de connivencia con este tipo de personalidad y de mentalidad”. 

Los que han “aceptado el mensaje evangélico”, “sostienen” a su párroco y “colaboran”, y esto cuenta en este “pequeño resto”, añadió. Respecto al miedo, el sacerdote confiesa que ha empezado poco a poco a “vivir con” él y que hoy lo lleva mejor.

¿Pero cómo combatir la Ndrangheta? “Yo lo estoy intentando con el Evangelio –respondió el padre Campisano-, con la animación de los jóvenes, con la educación de los chicos, poniendo en marcha grupos familiares en los que se tratan distintos temas; yo intento evangelizar”.

“Otro instrumento que estoy proyectando adoptar es el de ir al encuentro de las víctimas de la usura, que es otra terrible plaga –añadió-. Soy muy optimista; si no, esto no valdría la pena: ¿qué sentido tendría, después de 30 años, permanecer aquí para combatir y luchar?”.