CIUDAD DEL VATICANO, lunes 5 de diciembre de 2011 (ZENIT.org).- Del 28 de noviembre al 2 de diciembre se celebró, en la Domus Sanctae Marthae, en el Vaticano, la sesión anual plenaria de la Comisión Teológica Internacional, sobre el estudio de la cuestión metodológica en la teología actual, la comprensión del monoteísmo y el significado de la Doctrina Social de la Iglesia. Al final del encuentro, este viernes, en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico Vaticano, Benedicto XVI recibió a los miembros de la Comisión, dirigiéndoles un discurso en el que puso a María como modelo del teólogo y la teóloga.

El papa agradeció las palabras del cardenal William Levada, presidente de la Comisión. Dijo Benedicto XVI que “todo teólogo está llamado a ser hombre del adviento, testigo de la espera vigilante, que ilumina las vías de la inteligencia de la Palabra que se ha hecho carne”.

Afrontó el papa los tres temas que han sido objeto de estudio de la Comisión. “Detrás de la profesión de la fe cristiana en el Dios único, se encuentra la cotidiana profesión de fe del pueblo de Israel: 'Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor'”, dijo el papa.

Los conflictos étnicos y religiosos del mundo “hacen cada vez más difícil acoger la singularidad del pensamiento cristiano de Dios y del humanismo inspirado por este”, señaló.

“Debemos vivir nuevamente la experiencia de los primeros discípulos, que 'se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones'”, dijo Benedicto XVI.

Sobre la Doctrina Social de la Iglesia y el conjunto de la Doctrina cristiana, dijo el papa que “el compromiso social de la Iglesia no es sólo algo humano, ni se resuelve en una teoría social. La transformación de la sociedad, realizada por los cristianos a través de los siglos, es una respuesta a la venida al mundo del Hijo de Dios: el esplendor de tal Verdad y Caridad ilumina toda la cultura y sociedad”.

“Nuestro encuentro confirma de forma significativa que la Iglesia necesita la competencia y fiel reflexión de los teólogos sobre el misterio del Dios, de Jesucristo y de su Iglesia. Sin una sana y vigorosa reflexión teológica, la Iglesia podría no expresar plenamente la armonía entre fe y razón. Al mismo tiempo, sin la fiel vivencia de la comunión con la Iglesia y la adhesión a su Magisterio, como espacio vital de la propia existencia, la teología no podría dar una razón adecuada del don de la fe”, afirmó.

Animó, a través de estos teólogos que lo visitaban “a todos los hermanos y hermanas teólogos que están en los distintos contextos eclesiales” e invocó sobre ellos “la intercesión de María, Mujer del Adviento y Madre del Verbo encarnado, que es para nosotros, en su custodia de la Palabra en su corazón, paradigma de la recta teología, el modelo sublime del verdadero conocimiento del Hijo de Dios”.

Para leer el discurso completo, enlazar en: http://www.zenit.org/article-41074?l=spanish