Presentado el Tercer Informe sobre la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo

Del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan

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ROMA, martes 3 abril 2012 (ZENIT.org).- Ante un Aula Pablo VI repleta, tuvo lugar en la Universidad Pontificia Lateranense la presentación del Tercer Informe sobre la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo.

Asistieron numerosas personalidades de gran relieve: desde el neoministro para los bienes y actividades culturales, rector de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, el profesor Lorenzo Ornaghi, el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Mariano Crociata, o el mismo rector de la Universidad Pontificia Lateranense, monseñor Enrico Dal Covolo.

El evento que fue promovido por el Movimiento Cristiano  de Trabajadores (MCL) e introducido por su presidente, Carlo Costalli, se concluyó con la intervención del presidente del Observatorio, monseñor Giampaolo Crepaldi.

Tomando la palabra, en primer lugar, monseñor Dal Covolo, resumió el contexto temático y temporal dentro del cual nace el Informe, indicando en el análisis el debate internacional generado por la Caritas in Veritate, una oportunidad escogida más que nunca como orientación.

El año pasado fue un año marcado por la “gran crisis económica y financiera” que llevó a consecuencias extremas, sobre todo en algunas áreas del planeta, los comportamientos perjudiciales ya estigmatizados por la encíclica pontificia, por tener a la base una concepción exclusivamente materialista del desarrollo y de la persona en general.

La brújula última del actuar humano debe – o mejor,– en cambio, debería ser siempre la caridad que sola promueve la virtud e incentiva la dimensión decisiva de la gratuidad, necesaria en las relaciones, sin la cual ninguna sociedad llega a estar en pie. Sin embargo está bien ser consciente, como emerge del Informe de este año, que la Doctrina Social de la Iglesia ‘tiene’ así varios enemigos, internos y externos.

Se trata de las “cadenas” denunciadas por el Pontífice en su viaje apostólico a Portugal y que constriñen masivamente, en la sociedad civil como en los organismos eclesiales, a la secularización progresiva de la Doctrina social.

Para contrastar estos obstáculos –según Dal Covolo– es necesaria más consciencia y una mayor preparación: el estudio del Ieporte representa una ocasión valiosa de formación y de crecimiento para todos los que hoy están sinceramente empeñados en la construcción de una sociedad política y económica más justa.

El presidente del Observatorio dijo que la misión primera del Observatorio es la de generar  “un servicio continuo en fidelidad al Magisterio del Santo Padre” donde el acento cae en la dimensión del servicio, esto es la recepción, el estudio y en consecuencia la difusión –divulgativa y especialista– de todo lo que el pontífice transmite en sus pronunciamientos y en sus documentos.

El secretario de la Conferencia Episcopal monseñor Crociata, por su parte, retomó los contenidos del Informe, recordando en particular lo pernicioso de las nuevas ideologías de la sociedad relativista, como las conducidas frecuentemente por agencias de la ONU en materia de “salud reproductiva y filosofía del género”.

Crociata recordó el molesto debate internacional de las últimas semanas sobre la posible licitud del infanticidio (generado por un artículo de dos investigadores italianos en una notable revista ‘científica’). ¿Qué sentido tiene escandalizarse por tales afirmaciones si, desde decenios hasta hoy, la mayor parte de los estados occidentales legalizaron otros “abominables delitos” (para usar las palabras del Concilio Vaticano II, en la Gaudium et Spes) como el aborto? ¿Con qué autoridad un Estado puede pararse a hablar de moralidad si por años ha sido entre los primeros vectores de la inmoralidad permitiéndola abiertamente, si no incluso promoviéndola, con sus mismas leyes?

El profesor Ornaghi, por su parte, habló sobre la elaboración del concepto de ‘cultura’ y sobre las consecuencias públicas que ello puede tener, en el bien como en el mal.

La Doctrina Social de la Iglesia –explicó el neoministro– cuando vuelve a llamar con insistencia la urgencia de una adecuada reflexión sobre el desarrollo, quiere propiamente ampliar los horizontes de la cultura que las clases dirigentes de  nuestros países frecuentemente restringen en la óptica de una radical positivización científica, si no cientista, del saber entendido comúnmente. Todavía, el desarrollo no fue dado solamente por lo que se puede medir: como enseñaba ya Aristóteles (un pagano), el ser humano es constitutivamente social, esto es hecho –por su naturaleza- para estar con los otros y para relacionarse con los otros. De aquí, por ejemplo, el nacimiento de la familia como primer cuerpo social.

¿Pero hoy la familia como es considerada para los fines del desarrollo? El Papa Juan Pablo II en el célebre discurso a la UNESCO en París, el 2 de julio de 1980, hablaba de la necesidad de reconocer un “primado de la familia” explicando como esta es “un ambiente creador fundamental de cultura”. Agregaba que cada Nación en realidad trae su soberanía más profunda no de los confines geopolíticos que todos vemos, sino de su cultura histórica y del primado de la familia en la obra de educación, que frecuentemente no vemos.

Para los cristianos la esperanza no es una idea sino una certeza concreta porque se funda en la Revelación misma. En nombre de esta esperanza –recordó monseñor Crepaldi en conclusión- el cardenal Van Thuân ofreció su vida, desgastándose por el bien de la Doctrina Social de la Iglesia, tras una vida de auténtico martirio, su personal sacrificio.

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ZENIT Staff

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