Las catacumbas: una comunidad entera esperando la resurrección

Entrevista al director arqueológico de las catacumbas del Vaticano

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Por H. Sergio Mora

ROMA, jueves 5 abril 2012 (ZENIT.org).- Las catacumbas nacen con el cristianismo, que elige la inhumación a la incineración. Nacieron por iniciativa del papa san Zeferino y no con las persecuciones o como refugio durante las mismas. En las más de 60 que existen en Roma se encuentran símbolos de origen pagano, como el ichthys, el buen pastor, la actitud del orante y otros, que con el cristianismo adquirieron un significado proprio.

Pero lo novedad más grande, sin lugar a dudas es que las catacumbas llevan a toda una comunidad a unirse en la espera del día de la resurrección. Estos son algunos de los particulares indicados por el profesor Fabrizio Bisconti, director arqueológico de las catacumbas, de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, en entrevista concedida a ZENIT.

 ¿Cómo nace la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra?

 — Prof. Bisconti: La Pontificia Comisión de Arqueología Sacra es una intendencia arqueológica de la Santa Sede que se ocupa de la tutela, de la conservación y de la custodia de todas las catacumbas cristianas de Italia. Esto desde 1852 cuando Giovanni Battista de Rossi, un gran arqueólogo romano, convenció al papa Pio IX a instituir esta comisión que después se volvió pontificia y que empezó a ocuparse también del restauro de las catacumbas que fueron redescubiertas a partir del siglo XVI.

¿Cuándo nacen las catacumbas?

— Prof. Bisconti: Surgen entre el segundo y tercer siglo después de Cristo y tienen una vida que dura hasta el saqueo del visigodo Alarico, en el 410. Y después lentamente se fueron olvidando; hasta la edad media se pierde su memoria. Fue a fines del siglo XVI cuando un gran arqueólogo de origen maltés, Antonio Bosio, comienza a redescubrirlas y poco a poco se encontraron al menos 60 en Roma y otras tantas en el Lacio, Sicilia, Cerdeña, Puglia y Toscana. Y es la Comisión de arqueología sacra la que se ocupa de todas estas catacumbas.

 Las catacumbas por lo tanto no son pre-cristianas

— Prof. Bisconti: Existen las judías que son contemporáneas a las cristianas. Las necrópolis paganas en cambio no son extensas como las catacumbas, sino hipogeos muy pequeños, mientras que las catacumbas son grandes espacios que abrazan enteras comunidades.

Antes cada familia si podía, tenía su cementerio. Mientras aquí en cambio se crea una verdadera estructura ¿verdad?

— Prof. Bisconti: Las necrópolis están situadas fuera de las murallas que circundaban Roma. Antes existían mausoleos aislados, o necrópolis mixtas, donde yacían paganos, cristianos y judíos. Por ejemplo Pedro y Pablo fueron sepultados en necrópolis paganas. Hacia el final del segundo siglo, con el papa san Zeferino (199-217) se instituye la primera catacumba comunitaria de la iglesia de Roma, y el pontífice confía esta tarea justamente a Calixto y lo nombra el responsable, cuando aún no era papa sino diácono.

 ¿Nacen con las persecuciones?

— Prof. Bisconti: Esto de las catacumbas como un refugio durante las persecuciones de los cristianos es un mito. Además las persecuciones van un poco encuadradas: hay dos grandes, con Décimo en el 250 y con Valeriano en el 257. Hay también otras no tan extendidas, como la de Nerón o Dioclesiano, etc.

Durante las persecuciones los cristianos tienen grandes problemas. No pueden esconderse en las catacumbas porque son lugares que los paganos conocen y en donde los encontrarían rápidamente.

¿Cómo nace la idea entre los cristianos de realizar estos cementerios a la espera de la resurrección?

— Prof. Bisconti: Hay motivos técnicos e ideológicos. El motivo técnico es que en el suburbio romano un terreno costaba mucho, en cambio en un pequeño espacio de tierra se podía excavar y usarlo al máximo, además porque era considerado obligatorio el uso de la inhumación y no el de la incineración que en cambio usaba espacios más pequeños.

Después está el motivo ideológico: con la inhumación no se toca el cuerpo, que permanece en espera del día de la resurrección de los muertos.

¿Por qué cementerios comunitarios?

— Prof. Bisconti: Existe un hermoso pasaje de un padre de la Iglesia, Latanzio, que dice que no hay motivo por el cual nos llamamos hermanos a no ser porque somos unos iguales a los otros. Los cementerios tienen nichos uno igual al otro, está el motivo de la igualdad; mientras en la necrópoli pagana uno encuentra la tumba de Cecilia Mettella y el ánfora con las cenizas.

¿Qué se ha encontrado, qué tipo de arte y símbolos hay?

— Prof. Bisconti: He hablado de los nichos, pero también están los arcosolios (del latín arcus, arco, y solium, sepulcro, sarcófago) o con el arco de medio punto, o los cubículos o cuartos hipogeos en donde hay un alto porcentaje de humedad; allí no hay frescos, sino ‘mezzoaffreschi’. Y los sarcófagos paganos, además de las sepulturas excavadas en la tierra; también están los mosaicos, aunque más raro pues era más costoso, mientras que en Roma hay más de 400 pinturas.

¿Y los símbolos como el pez?

— Prof. Bisconti:  Provienen de la cultura pagana, el pez, el ancla y el pescador, por lo tanto el mar. Y la oveja recuerda el pastor y por lo tanto el ambiente bucólico. La tierra y el mar tienen un significado cósmico que con el  cristianismo toma un significado diverso: el pez será el ichthys griego y por lo tanto las iniciales del acróstico de Cristo, así como el ancla es la fe.

¿Y otros símbolos?

— Prof. Bisconti: Entre las imágenes más recurrentes está la del buen pastor, símbolo pagano del humanitas, de la filantropía, y que pasa a ser el protagonista de la oveja perdida. O la de la actitud del orante, de la oración, que para los paganos era la “pietas” pero para los cristianos significa la oración continua que dice Pablo en la primera a los Tesalonicenses, que inicia con el bautismo y llega hasta la resurrección.

 ¿Ellos celebraban misas?

— Prof. Bisconti: Eran ritos breves y sobrios,  los más comunes eran los fúnebres. Había también misas por los difuntos, y el recuerdo de los mártires con comidas; no solamente la eucaristía, sino los “refrigeria”, refrescos en honor de los muertos.

¿Hay unas sesenta catacumbas que no pueden ser abiertas?

— Prof. Bisconti: Sería un desastre, hay pinturas que necesitan mantener su habitat climático, contrariamente se secan, se arruinan. Hay por lo tanto cinco catacumbas abiertas al público: la de Priscilla, Sebastián, Calixto, Agnese y Domitila. Todas muy significativas. Las otras catacumbas, las más decoradas son más difíciles para visitar, las abrimos por pedido de especialistas o personas particularmente interesadas.

¿Hay aún cosas que se pueden descubrir?

— Prof. Bisconti: Estamos trabajando y hemos descubierto catacumbas y pinturas nuevas, ahora la técnica de restauración del láser nos permite descubrir pinturas nuevas en donde nosotros veíamos solamente negro o calcáreos. Dos años atrás hemos descubierto las imágenes más antiguas de los apóstoles, en las catacumbas de santa Tecla, por ejemplo en un techo en donde parecía que no había nada. Con el láser aparecieron imágenes de Pedro, Pablo, Juan y Andrés, del final del cuarto siglo.

¿Cómo es este tipo de arte?

— Prof. Bisconti: Es muy sobrio, sintético, y quizás la gran novedad es que propone un arte augural y catequético que se une a la liturgia, a las primeras oraciones que nosotros conocemos.

Para quien viene a Roma, ¿las catacumbas son una cita importante?< /strong>

— Prof. Bisconti: Pienso que sea muy importante, porque nos hacen entender no solamente el cristianismo de las personas excelentes, como los príncipes de los apóstoles, sino también el de la gran comunidad cristiana, el de la vida cotidiana.

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ZENIT Staff

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