Yo fui testigo de que la misión del sucesor de Pedro fue cumplida con mucho amor

El cardenal Ouellet sobre el viaje apostólico de Benedicto XVI a México y Cuba

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Por H. Sergio Mora

ROMA, jueves 19 abril 2012 (ZENIT.org).- “Yo fui testigo de que la misión del sucesor de Pedro fue cumplida con mucho amor y a pesar del riesgo que representaba para una persona de su edad”. Lo indicó el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL), en un encuentro de reflexión que se realizó este martes 17 en el aula magna de la Universidad Pontificia Urbaniana, para recordar las emociones y contenidos del reciente viaje apostólico del papa a México y Cuba.

Además del cardenal, los relatores fueron el secretario de la CAL, el profesor Guzmán Carriquiry Lecour; la periodista mexicana de Televisa, Valentina Alazraky; y los embajadores ante la Santa Sede de México, Héctor Ling Altamirano; y de Cuba, Eduardo Delgado Bermúdez.

Un viaje que no debe ser olvidado, motivo por el cual el cardenal Ouellet le indicó a ZENIT que “conociendo la calidad de los escritos del papa –que es un doctor de la Iglesia- y en particular sus homilías, es necesario volver a repasarlas, por ejemplo iniciando por las centrales, de manera que uno tenga una meditación para varios días, que además pueda transmitir a otras personas”.

El encuentro inició con un video con diversos momentos de la visita apostólica. “Volver a ver las imágenes me ha tocado el corazón”, indicó su eminencia que recordó que un viaje apostólico es siempre un desafío, considerando además de la edad del papa y lo largo del viaje.

En México, indicó el purpurado, “el recibimiento fue tan caluroso que nos hizo olvidar el cansancio del viaje”, pues el casi millón de personas que saludó al papa, en el trayecto de 35 kilómetros que inició en aeropuerto, “ya fue un mensaje para el mundo entero pues se vio que el pueblo mexicano es creyente que recibió al santo padre con fe y no de manera superficial”.

El cardenal recordó que el presidente de México, Felipe Calderón, no escondió la situación dramática que vive su país con lo que el papa no tuvo necesidad de indicar las desventuras y en cambio pudo directamente explicar los valores positivos y de la fe y como Cristo es el fundamento de nuestra esperanza.

El purpurado señaló que el gran protagonista del viaje fue el pueblo y su fe y recordó que el ministerio del papa es el de confirmar la fe del mismo. Añadió que las televisiones llevaron este testimonio a todo el mundo.

“En la plaza del Bicentenario participé en una de las misas más bonitas que haya presenciado en mi vida –indicó Ouellet- pues se sentía una interioridad extraordinaria”, y recordó que allí el papa en el ángelus entró de lleno en la problemática de la familia.

Entretanto, “el momento mágico fue su homenaje a la Virgen de Guadalupe, lo que todo el pueblo esperaba desde el inicio del viaje”, en particular “cuando se vio al papa arrodillado en oración delante de la imagen”.

“Fueron momentos fuertes –dijo- en los que el papa con su estilo discreto, suave, sin levantar la voz llegó al corazón con la palabra de Dios”.

El cardenal canadiense consideró de gran importancia las vísperas rezadas en León, con la presencia de todos los episcopados, en donde se recordó el documento de Aparecida y lo que se está haciendo por la misión continental.

“El papa dio su respuesta –indicó el purpurado- y diría que fue un llamado a la unidad y a perseverar juntos a pesar de las adversidades que se pueden encontrar en los diversos ambientes, así como cultivar la comunión con los presbíteros, la formación de los seminaristas y el lugar que ocupa de la palabra de Dios para la nueva evangelización”.

Recordó también los fuegos artificiales (que en realidad no logró ver directamente) y la fiesta en el santuario del Cubilete, que ha recordado a los mártires mexicanos que murieron gritando “viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe”, alertando entretanto que existe un falso triunfalismo según el cual la fe debería vencer con las armas de este mundo, cuando en realidad “la victoria de la fe es la victoria del amor de Cristo que termina en la cruz”.

En Cuba el cardenal recordó que “la acogida fue significativa si bien más discreta, pues hay que reconocer que la cultura católica no tiene el mismo arraigo que en México”. Añadió que la misa entretanto fue muy bella y allí la gente cantó muy bien. “Aquí el papa habló de la familia a través del misterio de la encarnación y el papel de María”.

El cardenal consideró que la peregrinación de la Virgen de la Caridad del Cobre preparó el terreno para que la palabra del papa fuera tan bien acogida como se vio también en el santuario de la Virgen.

Precisó que en la Isla se realizaron en proporción más contactos con los jefes en los cuales se trataron temas concretos, como el pedido de festividad para las fechas centrales de la semana santa, que posteriormente fue aprobado por el gobierno. Su eminencia recordó también el coloquio del papa en el encuentro con Raúl y Fidel Castro, las pregunta de Fidel, y la respuesta de Benedicto XVI quien indicó que él cumplía su obligación a pesar de la edad, así como la promesa de enviarle algunos libros. Y que después del encuentro el papa comentó que le impresionó que la mujer de Fidel fuera una persona devota y creyente.

El cardenal canadiense precisó que durante el viaje las lecturas litúrgicas eran las del día, aunque muchas parecían que hubieran sido elegidas a propósito. Añadió que la despedida fue impresionante, que la gente se quedó bajo la lluvia para saludarlo demostrando un entusiasmo mayor que en la acogida.

El prefecto de la CAL recordó que en la despedida, el presidente habló brevemente con un discurso menos político y por su parte el santo padre resumió su mensaje de fe y al final lamentó que el pueblo sufriera las limitaciones impuestas desde el exterior, y sabemos que la Santa Sede siempre se opuso al bloqueo.

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ZENIT Staff

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