La música tiene que despertar devoción, admiración, deseo de cambiar ante tanta nobleza

Habla monseñor Pablo Colino, el autor del himno a san Juan de Ávila, premio ¡Bravo! 2012

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 – (ZENIT.org).- Pablo Colino, maestro de capilla de la basílica papal de San Pedro fue uno de los dos galardonados por la Conferencia Episcopal Española con el ¡Bravo! 2012 de Música, junto al maestro Valentí Miserach, maestro de capilla de Santa María la Mayor en Roma.

Monseñor Colino, nacido en Burgos, en 1934, reside en Palacio de la Canónica en la ciudad del Vaticano, en un departamento pequeño pero que es una bombonera si se piensa sólo a la vista sobre la basílica de San Pedro. Allí recibió a ZENIT a quien le contó algunos particulares sobre la motivación del premio, el coro de la Capilla Julia, y del importante papel de la música en la tarea de la nueva evangelización.

¿Cómo se enteró que había sido galardonado con el premio Bravo?

–Mons. Colino: Me llamaron de la Conferencia Episcopal Española y dijeron que había ganado el premio Bravo. Me será conferido a inicios del año que viene. ¿Y por qué motivo? !Hombre, porque he trabajado por san Juan de Ávila, cuando lo hicieron doctor!

¿En que sentido trabajado?

«Vamos a concelebrar –me dijeron- todo el Episcopado español, unos sesenta obispos y cuatrocientos sacerdotes». Fue en el altar de la Cátedra, detrás del baldaquino del Bernini en donde celebra el papa.

¿Y por qué le pidieron a usted?

–Mons. Colino: Porque soy prefecto de la Capilla Julia, he sido director durante 26 años del coro, y antes aún con los niños cantores cuando tenía niños como ahora el coro de la Sixtina. Es que estoy aquí desde el año 59 [del siglo pasado].

Me pidieron que participara con mi coro, en el que reúno a mis mejores cantores, ya no en el Vaticano pues soy prefecto, o sea vigilante. Aquí está el canadiense Pierre Paul, exalumno mío que dirige el coro en la basílica.

¿Y entonces?

–Mons. Colino: Ellos sabían que tenía un coro pues colaboré cuando hicieron los 482 mártires, declarados beatos en San Pablo extramuros. Y muchos otros obispos ya me conocen. Entonces traje a mis cantores que reúno en la Academia Filarmónica Romana.

¿Qué le pidieron que cantara?

–Mons. Colino: «Quisiéramos que cantaras –me dijeron- el himno del entonces beato Ávila, que se llama Apóstol de Andalucía«. Y lo encontré en un libro de los años 50, escrito por un sacerdote, Francisco Castro. Si bien después me indicaron que querían un himno nuevo, nada menos que una semana antes. El responsable de prensa de la Conferencia me envió la letra del futuro himno por fax. Un himno muy bonito que inicia «Doctor del amor divino».

¿O sea un himno nuevo para san Juan de Ávila?

–Mons. Colino: El domingo lo nombran doctor de la Iglesia y esa noche tenemos una comida en colegio español. Lo imprimo y reparto en el comedor y después de cena les hice cantar a todos con el micrófono. Así el lunes en la basílica entonamos el «Doctor del amor divino». Y creo que ha sido también por esto que me dieron el premio.

¿Y de la Cappella Giuliana, me puede contar un poco?

–Mons. Colino: La capilla Julia es el coro de la basílica, desde siempre, incluso sin el papa. El nombre Giulia viene por Julio II della Rovere, sobrino de Sixto IV. Su tío dio una suma tan estupenda que ayudó a los cantores y el sobrino, Juliano, dio una bula estupenda, para que los cantores de las basílicas pudieran cantar cuando él no estaba aquí. En la capilla Julia bastan 15 cantores, sólo hombres si bien y muchas veces vienen otras personas, mujeres, y en los años 60 participaron algunos niños.

¿Cuál es el rol de la música en la liturgia?

–Mons. Colino: La música es parte esencial de la liturgia. Las funciones del papa y las grandes catedrales tienen sus misas solemnes, me recuerdo que en la catedral alemana de Colonia, la misa solemne es preciosa. Aquí en la basílica lo hacemos los domingos, a diario y también en diversas otras con cantores, las vísperas, etc.

Bien, en las grandes basílicas es claro ¿y en las parroquias?

–Mons. Colino: Está ordenado también para ellos, pero ha caído en saco roto y algunos párrocos a veces hacen lo que quieren. Si hay un párroco con sensibilidad sabrá dedicar algunos fondos, porque cuesta tener un organista o un tal. Si bien en una parroquia se puede resolver con una persona en pensión o una joven que sabe tocar, etc.

Conozco a párrocos que lo hacen muy bien. Y también los que organizan conciertos en las iglesias.

En el sínodo sobre la nueva evangelización se habló mucho de una actitud más que de una fórmula. ¿Entre corazón y música existe alguna relación?

–Mons. Colino: La música despierta los afectos, es diverso oír una misa como dice la expresión española «a palo seco». ¡En cambio un canto te despierta el afecto converge en un afecto hacia Dios!

Alguien dijo que la liturgia y su música es un preanuncio del cielo ¿es correcto?

–Mons. Colino: Esa expresión es de un autor español, el padre Feijoo, a caballo entre el 1700 y 1800, Él decía: «La música acompañada de la virtud hace en la tierra el noviciado del cielo».

¿Y el Concilio Vaticano II qué directivas dio al respecto?

–Mons. Colino: Muy buenas, si bien cayeron en saco roto. El primer documento fue la Constitución sobre la sagrada liturgia, en la que dedica varios artículos sobre la música. El artículo 116 dice: el canto gregoriano será tenido en sumo grado, etc.

Entretanto muchas veces la música religiosa popular cayó en canzonetas.

Todo depende al final del párroco. De muchos seminarios han expulsado la música y a veces sucede que se conforman con el primer grupo que encuentran. Algunos han hecho una mala lectura sobre la apertura del concilio. El papa siempre ha protestado contra esa mala lectura y en ZENIT he leído tantos artículos estupendos sobre este tema.

¿Cuál es la diferencia entre una canzoneta y una música de Iglesia incluso popular?

–Mons. Colino: Para mí es necesario primero la melodía, segundo el ritmo y tercero la armonía. Si uno utiliza un ritmo que se baila, un griterío de ‘viva la pepa’ eso no, el maestro sabe que no es un ritmo con un concepto religioso y a lo único que invitan es a ciertos ejercicios coreográficos. Hay ejemplos de hermosos cantos religiosos populares en toda la historia, para no hablar del gregoriano popular.

¿Qué debe despertar la música sacra en la persona que lo escucha, por ejemplo en una iglesia de cualquier estilo que sea pero hermosa?

–Mons. Colino: Recuerdo una misa por televisión, con imaginería extraordinaria, y una música que hacía el ridículo. La música tiene que despertar devoción. La flor y nata del sentimiento religioso debe transformarse en devoción, la que junta admiración, consideración, deseo de nobleza de cambiar y de considerarse indigno de tanta nobleza.

¿O sea que hablamos de un apostolado y de una evangelización muy grande?

–Mons. Colino: Es necesario que el predicador estudie las homilías, y también quien prepara la música. Las parroquias tienen dinero para mil cosas, no solamente la excursión de los niños. Seguramente en la música es una buena inversión.

¿Están preparando una tournée en Madrid, el Museo del Prado, verdad?

–Mons. Colino: Sí, el 16 de noviembre, nos vamos a detener delante de seis cuadros, especialmente de fondo religioso, en tres p
untos, aquí vienen los invitados ilustres o sea unas treinta personas. Porque la pintura habla y los individuos pueden apreciar no solo los colores y la profundidad sino también el mensaje.

¡Por ejemplo el Cristo de Velázquez que es espectacular!, y delante de la Anunciación de Fra Angelico, por ejemplo cantaremos el Ave María de Palestrina.

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ZENIT Staff

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